martes, 13 de febrero de 2018

Ya no es un simple viaje


Ya no es un simple viaje

Hoy nuevamente viajé a Quino. Y cada vez que por la ventana miro, nuevamente viajo por mi memoria y sus caminos. Y te encuentro allí.

Surgen mil detalles que reflejan las mil miradas constantes que lancé esperanzado en cosecharlas al final de un verano quemante. El grano surge hoy como poesía en los dedos de un enamorado.

Esta sensación ha de ser por la brisa, la que corre aprisa sobre los campos de largas y estivales espigas, la señal primera que hipnotiza y al tiempo me evoca unos cabellos que trastocan mi presente, y me invitan a quedarme atrapado, mirando esas vibrantes fibras de energía viva.

Esa misma brisa luego se transforma en potente viento, que se cuela veloz y abultado por las orillas de las ventanillas de todos estos autos que me llevan y me traen hacia ti... y hacia Quino, claro. Es casi una voz – como la tuya – gruesa, enérgica, frescamente endulzada en días de calor. Una voz que abarca todos los espacios, todos los rincones, todos los corazones.

Todos los recuerdos.

Pero es imposible no alzar la vista; es imposible para mí que ese amplio horizonte que mi mente registra hacia el oeste no pueda compararse con la amplia sonrisa que, infinita, me acompaña todo el camino que mi alma caminante recorre una vez; mil veces.

Otra vez.

Y justamente, este precioso camino. Esbelto y agradable. Lleno de curvas peligrosas y bellísimas como tu silueta misma que, si no lo recorro atento, puede fácilmente matarme. O por lo menos, enloquecerme.

Si. Me enredé lenta y completamente en todo ese largo andar hacia allá.

Si. Me enamoré. Me enamoré, seguro que como tantos otros tontos que se dejaron llevar
como abejas al precioso néctar. 
Pero te aseguro que sólo yo me enamoré de ti camino a Quino.

...

PD:
<Cuando el amor te de sus señales, síguelo:
aunque sus caminos sean abruptos y escarpados.
Y cuando te envuelva con sus alas,
abandónate a él: aún cuando un dardo acerado
dentro de sus plumas, pueda herirte. 
Y si él te dirige la palabra, créele:
aunque con su voz él pueda arrasar tus sueños
así como el viento del norte devasta los jardines>>
DE: Khalil Gibrán. En: "El Profeta"





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