sábado, 27 de abril de 2013

La cultura del odio

La Cultura del Odio


El profesor Moriarty, si vieron Sherlock Holmes II, lo dijo sabiamente: ‘el conflicto es inevitable. Ellos, en el fondo desean el conflicto…’; o algo parecido. Y eso lo podemos ver. Con motivo del mar, la población ha exacerbado su violencia verbal, si bien siempre ha existido. Más allá de las declaraciones de los gobiernos (todos), más profundo que sus motivaciones y estrategias políticas, se mece y crece el inconfundible monstruo de la intolerancia, de la mezquindad, de la discriminación y el egoísmo. Podrán torcer la historia: se podrá decir que hubo invasión o guerra; que hubo vencedores y vencidos, víctimas y victimarios distintos; y las culpas podrán repartírselas como les venga en gana. Pero jamás podrán cambiar el hecho que nos odiamos, simplemente porque nuestros Estados tienen nombres distintos. No hay ningún peso de la historia en esto, salvo el hecho mismo de nuestros odios.


¿Es que es acaso nuestra idiosincrasia así? Una extraña mezcla de ignorancia y dominación nos ha inculcado el valor del odio como el principal motor de las relaciones internacionales entre países limítrofes en esta área del mundo.  ¿Consecuencias de las guerras? ¿Los malos tratados? ¿La conquista española? ¿O es sólo parte de una cultura general latinoamericana? Llena de estereotipos, de descalificaciones, de esfuerzos  inútiles por establecer jerarquías entre seres humanos que, lejos de ser ‘normales’ (las jerarquías), son lo más anómalo y absurdo que existe en nuestra mentalidad opaca e ignorante.


Y creyéndonos solidarios, herederos de culturas prístinas, modernos y civilizados, sólo demostramos que no hemos aprendido nada, y que el ser humano es el motor de su propia autodestrucción. Mientras, el mar sigue siendo autónomo; ajeno a nuestras peleas, aunque siendo víctima de nuestro progreso...



lunes, 22 de abril de 2013

La doctrina del terror

La Doctrina del Terror

No sólo porque estamos en una nueva elección, sino porque es una práctica constante en la escena política y social. La Democracia es justamente eso: el balance, la alternativa, la representación de todos y cada uno de los monstruos y de los ángeles sobre la tierra.

Esto no es una defensa de nadie en particular, sino de aquellos que piensan y actúan sin un dogmatismo cerrado. Estar en contra de el aborto por ejemplo, no te hace un facho-conservador, parte del momiaje que históricamente se ha opuesto a esta política. Tampoco el estar a favor de una asamblea constituyente te convierte en un farol de la izquierda anti pinochetista. Son obviamente posiciones claras en ese tipo de grupos, pero no significa la afiliación exacta al grupo, así como la posición contraria no indica por sí sola una posición concreta.

No. Pero la caricatura de lo diabólico y lo divino se replica en todo sentido.Caricaturas que a veces resultan explicativas, a veces graciosas, a veces sintetizadoras de ciertas realidades. Caricaturas en las cuales caemos  frecuentemente por la ira, el miedo, la intolerancia, etc.

Es que además es una concepción cultural: la comprensión de la realidad a través de concepciones y oposiciones binarias, permite facilitar mucho la gran complejidad de la vida natural y de la vida social. En especial, esta última.

Sin embargo, en especial la vida social y la vida pública, se define más bien por una gama de colores que están siempre mezclándose y diferenciándose; que no son estables, ni claros ni oscuros. El proceso de diferenciación y de definición es más bien el resultado de una práctica dada por ciertos valores que se construyen con consecuencia.


Y la vida política. Mucho más compleja que sólo la expresión de un ideal aislado. Estoy seguro que todos tenemos un sueño de Chile, un sueño de gobierno, un sueño de futuro. También estoy seguro que las buenas intenciones no son suficientes para hacerlo y se necesitan proyectos concretos y representativos. Y por supuesto, consecuencia para adscribir a estos.

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Soy de los que intentan cultivar una ética particular, intentando ser lo más consecuente posible en mis actos, discursos, pensamientos y sentimientos, tratando siempre de ser fiel a un determinado estilo de idealismo. Lo cual es muy difícil, por que la gama de emociones, situaciones, experiencias, aprendizajes, triunfos y frustraciones es tan grande, que a veces la definición se vuelve totalmente inestable e impracticable. Ahí es donde justamente la doctrina del terror muchas veces ingresa con toda su prepotencia, impidiéndonos ser reflexivos y tolerantes