sábado, 11 de septiembre de 2010

CHILE Y EL BICENTENARIO. LA IMPORTANCIA DEL 18 DE SEPTIEMBRE DE 1810.

Chile está de fiesta. Celebra 200 años… pero, ¿De qué? ¿De vida? ¿De Independencia? ¿Como República? Muchos critican la celebración de la Patria en esta fecha, cuando la verdadera independencia surge unos 7 años después, luego de un periodo violento de guerras y guerrillas entre realistas – pro-españoles – y patriotas – principalmente criollos – que envolvieron de ideologías al ‘pueblo’ chileno – mestizos, criados, inquilinos, el ‘vulgo’ – el cual, no tenemos idea si realmente adscribía a cierto tipo de identidades políticas. La batalla por la independencia surge desde la elite, y de alguna manera por y para ellas. Pero más allá de esta batalla de elites por el poder, de sus posibles buenas intenciones para el ‘pueblo’, y de que ese mismo pueblo nunca se haya ideologizado hasta el día de hoy (salvo quizás, durante el periodo de la UP), la Primera Junta de Gobierno reviste gran importancia que los críticos de él no saben distinguir. Es cierto que se trató en general de una reunión política en la que se declaraba fidelidad al rey de España, Fernando VII, prisionero por aquel entonces de Napoleón. Pero este contexto se une con otras características que si no son bien comprendidas se cae en una tergiversación de su importancia en la historia del país.

Estas otras características se pueden resumir las siguientes:
1. Fernando VII pertenecía a la dinastía de los Borbones, una rama francesa de herederos al trono Español. Felipe V fue quien inició esta dinastía en España, pero antes tuvo que renunciar a sus derechos a la corona francesa, tras una guerra que pretendía impedir alguna posibilidad de que uno de sus descendientes detentara el poder de ambos imperios (francés y español). Esta guerra también permitió una cierta apertura de las culturas francesas e inglesas al interior de las colonias hispanoamericanas, lo que contribuyó al auge del pensamiento racional ilustrado y a la introducción de las ideas de la revolución francesa e independencia norteamericana, entre otras cosas. Este cambio cultural y político en las elites criollas, permitió la afloración de ilusiones independentistas e ideales progresistas.
2. La prisión de Fernando VII provocó en España el surgimiento de Juntas de Gobierno, que pretendían administrar el territorio mientras el rey estuviera prisionero. Se pretendía que las colonias (Virreinatos, Capitanías generales y presidencias) enviaran representantes para la toma de decisiones – centralistas – con respecto a políticas necesarias para todos los territorios. Sin embargo, los criollos, quienes en esos años ya ocupaban altos cargos políticos, consideraban que las colonias eran dones papales dados por gracia divina a los reyes, no al pueblo español, iniciando un discurso de autonomía territorial pero con lealtad únicamente al rey (este es el punto central de las críticas contra el 18) y protector de la religión católica (en contraste con la cultura anglo-francesa protestante)
3. Los criollos americanos de elite, poseían ya altos cargos e influencia para esa época: dominaban la sociedad intelectual, así como el Cabildo (la institución más parecida a un Estado durante la época Colonial).
4. Los criollos partidarios de realizar una Junta de Gobierno leal al rey eran una especie de independentistas moderados, existiendo también exaltados  que aspiraban a la total independencia de las colonias con respecto al imperio, constituyendo este grupo una mayoría política con respecto a los realistas.

Todo este marco histórico es necesario antes de las reflexiones en torno a la importancia de la Junta de Gobierno del 18 de septiembre de 1810. Pese a la minoría política de los realistas, estos mantenían el control de la Iglesia, del ejército y de los recursos económicos necesarios para reprimir cualquier intento de secesión. Es por eso que la Junta de Gobierno resulta de una estrategia, en mi opinión necesaria, previa a todo movimiento independentista, con la cual ganar tiempo en preparar al ‘pueblo’ y organizar algún tipo de ejército patriota.  Además, el ascenso continuo de los criollos moderados en las escalas de prestigio y poder, permitió que el movimiento independentista tomase mayor fuerza, económica, ideológica y militarmente.

Pero detrás de esta estrategia más bien discursiva, hay razones culturales. El ambiente político-cultural de ese entonces no permitía discursos que se salieran de los márgenes conservadores, dado el poder de los realistas. Es posible que incluso en la mente de los criollos no cupieran tales ideas de autonomía plena e independencia total. Pero lo que provocó la Junta fue una ruptura con ese ambiente

Sea como sea, es el discurso de autonomía el que inicia un periodo independentista,  y en mi opinión, más importante que el resultado, es el proceso. Haber llegado en 1818 a un acta y una declaración de independencia  no pudo haber pasado sin primero haberse iniciado un proceso de cuestionamiento radical al ambiente político-cultural en la cual se hallaba la sociedad latinoamericana. Y eso constituye justamente la Junta de Gobierno: el inicio de un periodo crítico, el que – pese a mi consideración de la elite como fuente del proceso – fue extendido al ‘pueblo chileno’ a través de las armas y de un discurso patriótico y liberal (los ideales de la revolución: libertad, igualdad, fraternidad,) ideológico más que intelectual; incompleto, pero convincente como para permitir que el vulgo se hiciera de las armas y luchara junto a las elites por esa ‘Patria’.

Y ese es justamente el motivo que este 18 hay que celebrar. Lamentablemente la racionalidad capitalista y neoliberal celebra siempre resultados; el 18 es de los pocos procesos celebrados que nos queda, pese a que nunca se recuerda el por qué, y se toma el 18 como resultado y no como lo que realmente es: el inicio de un proceso.

Para terminar, una última reflexión. Tras 200 años de vida independiente, desde el inicio del proceso hasta hoy, ya no nos queda mucha conciencia crítica. Tal vez, la caída de la Concertación es el comienzo de una etapa crítica con respecto a nuestra política, pero no lo sabremos hasta unos buenos años después. Las últimas movilizaciones sociales por Punta de choros, o a favor de los presos mapuche en huelga de hambre, son también el inicio de un movimiento crítico, el que ojalá, es mi deseo, concluya con una nueva Constitución más democrática, incluyente y popular de verdad, a través de un discurso de concientización e información, más que el populismo de ‘una nueva patria’. Nuestro camino debería ser el transformar consumidores en ciudadanos.  

jueves, 2 de septiembre de 2010

Chile y Matrimonio Homosexual: Avancemos hacia una reconceptualización del concepto

La legalización del Matrimonio entre personas del mismo sexo en Argentina ha marcado un precedente para latinoamérica. Ya dos bodas entre varones ha sido presenciado con luces faranduleras por los medios. Claro, son los primeros de lo que se espera, sean muchas mas. Las repercusiones en Chile no se hacen esperar: nadie que vea la tele queda al margen de la información ni de la opinión. Y desde todos los sectores de nuestra política, en especial, ya se han dado luces con respecto a este tema. Algunos dicen: Y Chile, ¿Cuándo? otros, No estamos preparados como país; Aberración, Necesidad, Debate, Unión de Hecho, Discriminación, etc., son los conceptos más recurrentes. Es claro que para cierto sector, el más izquierdista, humanista, tal vez hasta anti-religioso, el Matrimonio Homosexual debería estar legalizado para esa minoría que lo reclama. Para otro sector, el opuesto, el antítesis, el némesis, el más enraizado en la derecha, conservador, opus dei, etc., esto no está en discusión, no hay posibilidad.

Pero justamente porque no toda la población se dicotomiza entre izquierda y derecha, y porque este debate no es un duopolio entre esas esquinas, tenemos que abrirlo a la ciudadanía que no se identifica ni un poco ni plenamente con ambas. Las variables que se tienen que destacar son muchas: el debate no es sencillo. Debemos considerar cuidadosamente temas como el de la minoría sexual, la que efectivamente existe, no es una invención de los medios - como muchas otras cosas -. Otra, es la sociedad chilena: cómo se define, cuáles son sus perspectivas, su imaginario social, el discurso que cree y que emite, ya sea por costumbre o por adiestramiento. Analizar lo más general posible y a la vez, ser profundos en este análisis. También, y más importante aún, es reflexionar profundamente acerca de lo que entendemos por el concepto Matrimonio, así como los subyacentes: Familia, maternidad, paternidad, sexualidad, entre otros.
Para mi, lo importante es que la ciudadanía respalde y participe en el debate.


MATRIMONIO.

La gente no suele percibir el Matrimonio según la legalidad, es decir, según la definición que hace el artículo 102 del Código Civil: "El matrimonio es un contrato solemne por el cual un hombre y una mujer se unen actual e indisolublemente, y por toda la vida, con el fin de vivir juntos, de procrear, y de auxiliarse mutuamente". Aunque tal vez se asemejen las definiciones comunes, dependiendo del individuo a quien se le pregunte. Seguramente, muchos dirán: una unión de dos personas, o la unión entre un hombre y una mujer. Otros, los más teologizados, darán una definición bíblica: "por tanto, el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne". La definición 'bíblica' permite la comprensión de la legalidad: claramente, el cristianismo es un elemento fundante de la cultura occidental, y Chile, desde sus tiempos como capitanía general, luego como república independiente, es un Estado-nación típicamente occidental, al menos, las élites que construyeron la nación lo pensaron así. Incluso con la laicización del Estado, las pautas culturales de la sociedad decimonónica, incluso de esa élite, seguían siendo típicamente occidental. El matrimonio no escapaba a eso, la idea cristiana de matrimonio, y de muchas cosas, seguía plasmada en política, más allá de que se puede poner en duda que la norma se aplicara concretamente en los grupos más humildes, pobres y campesinos. Aunque es más dudoso ahora que antes, ahora que la sociedad chilena es más laica que antes, ahora que la convivencia y las uniones de hecho, tanto heteros como homosexuales, constituyen una práctica - sexual, emocional y relacional - cotidiana.

¿Qué es Matrimonio? Recuerdo mis clases con la siempre extraña Beatriz Cid (Socióloga docente UDEC), diciéndome que Matrimonio es la idealización del hecho de reproducción. Yo agregaría: e institucionalización de ese hecho. Claro: matrimonio no es una institución biológica, sino cultural, que encierra el hecho biológico de reproducción. Esto es revelador, pues la unión - monógama además, según la legalidad - entre dos personas de diferente sexo conduce, en general a la concepción y reproducción biológica. Todo lo demás, todos los adornos - vivir felices por siempre, serán una sola carne, tuvieron muchos hijos, etc. - son nociones imaginarias, idealizaciones de una conducta natural, que lo transforman y significan, haciéndolo inteligible a cada cultura. Incluso, 'tener hijos' es idealización: ¿Cuántas parejas, casadas o unidas de hecho, tienen hijos? Procrear no implica matrimonio, ni matrimonio implica procreación.

Sin embargo, ya que procrear y reproducir es un fundamento - biológico - muy importante en el matrimonio, el matrimonio homosexual no cumple con ese requisito. Punto en contra. Pero ya que no todos los matrimonios heterosexuales lo cumplen, el punto en contra se desvanece.


Otro tema en cuestión, aparentemente en consecuencia, es Familia. ¿Qué es familia, Qué significa? Se supone que familia se constituye a partir del matrimonio: se deduce de 'auxiliarse mutuamente', noción sacada desde el artículo legal. Familia es otro concepto no biológico, que se ha naturalizado gracias a la Cultura. Son ciertamente instituciones importantes en las estructuras sociales de cualquier sociedad. Pero se basan en las particularidades de cada cultura: no es la misma noción cristiana la de los mapuche prevaldivianos; ni siquiera con la que practicaban los judíos de la época davídica. Los chinos tienen otras nociones y conductas familiares, así como los nuer en áfrica y los samoanos de la época de Ruth Benedict. Decir familia, hoy, en este país típicamente occidental, es referirnos a múltiples significaciones y conductas preestablecidas culturalmente. Lo mismo que el matrimonio.

Lazos de filiación

Pero lo que no se puede negar, es que familia, sea en el contexto que sea, refiere a un valor sobre una cierta cercanía estructural, definido - el valor -  por ciertas relaciones sociales que definen esa cercanía como familiar. Hay relaciones de cercanía de todo tipo, pero las que se definen como familiares, expresan un valor distintivo al de, por ejemplo, amistad, e incluso de pareja. Es que además de relación social, los lazos de parentesco y familia poseen un fundamento de filiación consanguínea, asunto que también es significado culturalmente, otorgando un valor específico a ese tipo de relación.

Sin embargo, las sociedades tienden a mezclar en sus relaciones familiares lazos de consanguinidad tanto como lazos de parentesco de tipo social y político. Esto queda claro de manera vulgar: la existencia de padrastros y madrastras, familias que adoptan, familias extensas en donde conviven actores políticos: suegros, yernos, cuñadas, etc.; además, también son comunes las familias bipersonales: madre-hijo/hija, padre-hijo/hija, parejas, abuelo-nieto, abuela-nieta, etc. Son estas múltiples variaciones del tipo ideal de familia (padre, madre, hijo, hija) las que deben ser consideradas a la hora de hacer políticas públicas de protección a la familia o de regulación de las uniones de hecho.

En tanto, el matrimonio homosexual, constituye una particular definición de familia, una unión política basada en lo mismo que el matrimonio heterosexual: un deseo compartido - en lo ideal: no olvidar que las motivaciones humanas para unirse distan mucho de lo ideal en la mayoría de los casos - que permite la unión. Por lo tanto, y ya que el matrimonio homosexual no puede procrear, la adopción constituye la única alternativa para extender una familia, la que técnicamente, ya estaría constituida con la unión - legal o simbólica - de la pareja (lo mismo que una pareja heterosexual).

Todas estas consideraciones son desde una reflexión lo más objetivada posible, tratando de considerar aspectos más técnicos, por así decirlo. Sin embargo, esta mirada es insuficiente, y no podemos avanzar en una verdadera política pública sin sincerar nuestras posiciones políticas e ideológicas.


Y no excluir a nadie, por favor. La moralidad de la Iglesia, aunque moleste, es tan válida como la del MOVHIL, la de los progresistas, la UNESCO, Unión Europea, Chávez o la mía. La familia y el matrimonio no son patrimonio de ningún grupo, sino conceptualizaciones culturales de una sociedad, como ya  lo he dicho, típicamente occidental.

Minorías y mayorías

Se dice que es de naciones desarrolladas legislar acerca del matrimonio homosexual. Yo me pregunto si realmente es así, dado que no todas las sociedades occidentales han legislado o legalizado al mismo. Sin embargo, si esto fuera así, si es que toda europa y todos los estados de USA lo legalizaran, me pregunto si es que realmente una sociedad moderna lo necesita, y si es que el matrimonio homosexual es consecuencia o causa de una sociedad moderna y desarrollada. Es que el discurso que lo mezcla con el desarrollo me suena a la tendencia académica y política de los 50's-60's que decía que para que el 3º mundo se desarrollara había que instalar las variables socioculturales del mundo euroamericano en él. En este sentido, solicitar matrimonio homosexual bajo ese discurso, me parece un vil 'copy-paste', y muy inocente, pues remite a que el modelo de desarrollo que queremos para el país venga importado de alguna zona muy lejos de nuestra realidad, en vez de hacer el esfuerzo de entendernos, estudiarnos y construir el modelo de desarrollo a la medida de nosotros mismos. Esto nos lleva a plantear la relación entre las mayorías y minorías, ambas relativas, pues depende del punto de vista - económicas, políticas, sexuales, religiosas, etc.- en que las analicemos. La convivencia en un mundo y sociedades multiculturales se hace difícil debido a fundamentalismos arraigados en la mente de las personas, la mayoría, inconscientes. El conservadurismo no es propiedad exclusiva de la derecha, de los hacendados o aristócratas. La gente común, aquella que no está preocupada de ideologías, discursos políticos o reflexiones intelectuales. Es esa mayoría, la que puede oponer resistencia a grandes cambios, sobre todo, de tipo 'moral' o 'valórico', como suele llamarse a este tipo de temas. Y ya que este tema trata sobre eso, sobre convivencia mayoría-minoría, debe ser discutido en sociedad y no en cuatro paredes.

Otro punto interesante, que no profundizaré porque ya me aburrí de escribir tanto, es que la apropiación de la institución matrimonial por parte de personas homosexuales, permite un análisis semántico y posestructuralista:  Podrían conformarse con una ley de unión de hecho, e incluso con convivir; el tema es que 'matrimonio', además de las cargas culturales de significación, guarda profunda relación con significaciones de exclusión. Sólo cierto tipo de gente es la que se le prohíbe el matrimonio: curas, curanderos, eunucos, esclavos, enfermos mentales, excomulgados, herejes, etc.; y homosexuales, por cierto. En este sentido, la demanda por matrimonio se constituye en una lucha contra la exclusión (obvio), aunque más bien, en este caso, exclusión semántica y cultural, más que legal (esta última también).

Creo que aporté con datos y reflexiones para el análisis.