<<... Atrévete, quémame ahora, entra en mi canto, sube por mis venas, sal por mi boca. Ahora sabes que no puedes conmigo: yo te convierto en canto, yo te subo y te bajo, te aprisiono en mis sílabas, te encadeno, te pongo a silbar, a derramarte en trinos, como si fueras un canario enjaulado...>> (Oda al fuego, Pablo Neruda).
viernes, 16 de febrero de 2018
Pronunciarte
Pronunciarte
Me encanta pronunciar tu nombre.
Gabriela.
Cada vez que lo enuncio es como que viajo... a un otro lugar.
Especialmente, si lo pronuncio pensando en ti. Que es lo que suele pasar.
Gabriela. Es casi como una obra de tres actos.
Ga: un desgarro en el silencio y el encierro; un suspiro gutural que rompe la celda oscura y solitaria de mi voz; una overtura musical hacia una eterna primavera;
un portal que me guía a un encuentro con un sol luminoso.
Brie: un potente contacto de labios y de dientes:
un encuentro íntimo de almas,
de sustanciosa agua,
y de deseos palpitantes,
de urgencia por el oxígeno que transpira tu sonrisa
La: una caricia palatina de mi lengua y un suave abrir de boca que deja espacio a la entrada de nuevos oxígenos,
y de nuevos sabores que se derraman de tus mil cabellos y de la idea de tu rostro frente al mío,
y que no existen en ningún otro rincón del multiverso.
Gabriela. Me encanta pronunciar tu nombre.
Es
[inspiro, suspiro]…
casi como ensayar un beso.
Y un beso... sería como viajar a otro universo. Un loop sin fin en el que atrapado me encuentro.
Y del que no quiero salir.
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