domingo, 16 de enero de 2011

El gas, Enap y un Chile desarrollado:

Antecedentes de la entrada:
  1. Inminente venta de activos estatales en las sanitarias
  2. Anuncio de alza en las tarifas del gas en Magallanes, Chile
  3. Movilización ciudadana mediatizada y extendida (lo que indica buena organización y gran nivel de concientización y solidaridad)
  4. En una de las tantas entrevistas al ministro de energía, por ocasión del gas y las movilizaciones de Magallanes, donde dijo que el presidente se propuso hacer de Chile un país desarrollado de aquí al final de la década.

Claro, a todos nos gustaría vernos en lugares de avanzada en las estadísticas internacionales; a todos nos gustaría ver a Chile con altos niveles de crecimiento, trabajo, educación, riqueza, bienestar, etc. Ver calles más limpias, ciudades más amigables, y sobre todo, ganar tanta plata como se gana cuando se vive en un país desarrollado. Esto lleva a cuestionarme, otra vez, sobre qué es exactamente el desarrollo; cuál es exactamente esa meta que se persigue, cuáles son los métodos para lograr el desarrollo, y cuáles son las implicancias ideológicas o políticas del desarrollo (es decir, cuánto influyen quienes toman las decisiones políticas; porque más allá del vocabulario y nociones técnicas-occidentales que requiere el desarrollo, su orientación siempre dependerá de decisiones políticas e ideológicas de quienes implementen un programa de desarrollo).

Para ser breves: el desarrollo alude, en un nivel técnico, a un determinado programa de cambios y transformaciones aproximadamente estructurales en términos económicos y sociales, basadas obviamente en el sistema industrial capitalista, que en Chile aparece en su variante neoliberal. Los principales aspectos que son considerados en este sentido, son el crecimiento macro económico, la tercerización de las actividades productivas, apertura a capitales privados, y una mejor distribución de la renta (al menos en el discurso). Sin embargo, el desarrollo también constituye un constructo ideológico: una idealización, en mi opinión, del cambio social – necesario en Chile, por lo demás – y una sacralización de una manera particular de dirigir ese cambio social. Todo, bajo la dirección del lado oscuro de la sociedad occidental, la que por cierto, es causante de nuestros problemas históricos de – en palabras de esta misma sociedad – subdesarrollo.

No quiero hacer sino un análisis, y algunas ironías, con respecto a esto. Por supuesto que también quiero ver a Chilito lindo de manera distinta: totalmente desarrollado y con completa libertad para sus hijas e hijos. El problema sigue siendo el cómo. Y aquí siempre estaré en contra – como posición política – del aumento de la neoliberalización de las estructuras sociales y económicas que han propuesto nuestros gobernantes desde el ’73 en adelante. Supongo que aún estamos en la época de la transición, por lo que se logra comprender algo de las situaciones en las que se envuelve Chile gracias a la desafortunada acción de nuestros políticos.

Tanto como la venta de activos estatales en las sanitarias, como el alza de las tarifas del gas en Magallanes, son ejemplos de esto. Es cierto: existe la excusa técnica del ‘pensar a futuro’, mejorando las condiciones para que los inversionistas privados se atrevan a invertir en exploración de nuevos yacimientos y en plantas de producción de gas. Pero ese tecnicismo es parte del constructo ideológico mencionado. ¿Acaso no es mejor para el país que el Estado invierta en exploración, explotación y producción de gas? ¿No es mejor potenciar a ENAP, permitiendo que se establezcan con bencineras en el territorio, y con plantas de investigación que permitan producir combustible alternativo en base a algas marinas o residuos forestales? ¿No es mejor la nacionalización del gas y de otros recursos naturales presentes en el territorio? Ese es, al menos, mi modelo idealizado de desarrollo: Un cambio social que implique capitales estatales en cada una de las empresas que explotan los recursos de nuestro Territorio.

lunes, 3 de enero de 2011

Ovejas postulantes a la esquila de la educación superior

Advertencia: Publicación extraída del siguiente link http://blog.latercera.com/blog/mwaissbluth/entry/ovejas_postulantes_a_la_esquila

Columna publicada por el señor MARIO WAISSBLUTH en los blogs de La Tercera. www.latercera.com
Acceso el día Lunes 03 de Enero del año 2011, con respecto a la temática universitaria generada tras los resultados PSU.

A continuación, la publicación original:


A propósito del Festival Anual de la PSU 2011 (que precede el Festival de Viña), algunos rápidos apuntes.

1.  “Puntajes máximos logran récord”. Aumentamos de 229 en el 2009, a 354 el 2010, y 520 el 2011. ¿Significa esto que la educación chilena está mejorando? Ojalá, pero no necesariamente. Estos chicos, a quienes felicito de corazón, representan el 0,025% del universo de los que rindieron la prueba. Si bien se intenta que todos los años ésta tenga el mismo grado de dificultad, basta con que un par de preguntas sean levemente más fáciles o difíciles para que esto no pase de ser una fluctuación estadística. Lo mismo aplica a los sesudos análisis respecto a las pruebas de matemáticas vs. lenguaje. Si queremos deducir mejoras estadísticamente relevantes, el DEMRE debiera publicar el % de respuestas correctas para la gran mayoría de los alumnos, es decir, 500 puntos, y su evolución en el tiempo. Si queremos medir equidad, el DEMRE debiera medir la desviación estándar en el número de respuestas correctas.

2.  La crecientemente dudosa PSU. Aducir que el puntaje PSU es una medida rigurosa de calidad en la formación escolar, a estas alturas, es por lo menos un chiste. La mercantilización de la educación en base a indicadores ha llegado al límite. ¿Es esta una adecuada moneda de cambio para los que desean estudiar arte, o filosofía, o una carrera técnica?

3.  La carrera por los “ofertones” universitarios es enfermiza. El negociado es monumental. La publicidad es engañosa, tal vez no por información incorrecta, sino por lo que NO se informa. Por ejemplo, se publicita la información de “Universidad Acreditada”. NO se indica si la CARRERA está acreditada. Hacia 2008 (no pude encontrar información posterior) de 2907 carreras de educación superior en Chile, sólo 790 se encontraban acreditadas o en proceso de acreditación. Hay una enorme diferencia entre “universidad acreditada” en un área, p.ej. administración, que en dos, o en seis, y hay enorme diferencia entre que esté acreditada por 2 o 6 años. Igualmente, hay una enorme diferencia entre una carrera acreditada por 2 años (el mínimo) a una acreditada por 7 (el máximo).

4.  La escasamente mencionada tasa de deserción de carreras. Por ejemplo, hace un par de años aparecieron en la prensa algunos datos: para la carrera de Pedagogía en Educación Básica la tasa de deserción en la U. Bolivariana fue de 61%; en la U. Central 56%, y en la Academia de Humanismo Cristiano 0% . Que una carrera tenga alta o baja tasa de deserción no implica necesariamente buena o mala calidad. Pero… ¿no sería importante que un alumno de escasos recursos sepa que tiene un 50% o 60% de posibilidades de farrearse un par de millones de pesos al ingresar a una determinada carrera?

5.  La información que provee la Comisión Nacional de Acreditación y el MINEDUC es  difícil de encontrar en sus sitios web (www.cnachile.cl y www.sies.cl). Un postulante que quiera comparar carreras, y leer sus informes de acreditación, y posibilidades laborales, deberá pasar varias horas buceando, y en muchos casos encontrará información inexistente y obsoleta…. si es que se entera de que esta información existe, lo cual es muy improbable. Adicionalmente, los informes de acreditación son lo suficientemente escuetos como para que no ayuden a despejar dudas.

6.    Los aumentos unilaterales de aranceles. Esto se parece a las Isapres. Si los jóvenes están entrando al templo de los mercaderes, presumiblemente se van a encontrar con la desagradable sorpresa de que, al estar en 2º o 3er año, van a sufrir un aumento unilateral de precios. ¿Es ese un “mercado” balanceado entre proveedores y consumidores? ¿No se les debiera ofrecer un precio fijo, ajustable sólo en UF, año tras año? Las secciones de negocios en la prensa anuncian con orgullo las utilidades de decenas de millones de dólares que generan las universidades… trasquilando postulantes. La oferta de Ipads que andan haciendo algunas universidades para ovejas incautas bordea el límite de la locura. “Compre ahora, le regalo un Ipad, pague después en cómodas pero ascendentes cuotas”.

7.  Las crecientes quejas respecto a la acreditación universitaria. A estas alturas es evidente que el sistema es laxo y con los incentivos incorrectos. La baja tasa de carreras acreditadas es de por sí una señal de laxitud, y los puntajes de corte insólitamente bajos de muchas carreras es otra. La dispersión salarial entre carreras iguales llega a ser de 800% con carreras  “acreditadas”. Educación 2020 lleva dos años solicitando que se haga una evaluación internacional del sistema de acreditación, en que entre otras cosas, es el acreditado el que le paga por sus servicios al acreditador privado. ¿Por qué internacional? Porque los intereses creados en Chile en torno a este sistema son excesivos. ¿Por qué no se ha hecho?

En resumidas cuentas. Chile generó en 1989 un “libre mercado” universitario que en realidad es un “libertinaje de mercado” intocado hasta hoy. De por sí la palabra “mercado” y “consumidor” me resulta ofensiva en educación, pero al menos, convirtamos el libertinaje en libertad, para proteger a nuestras ovejas postulantes “consumidoras”, que en un elevado porcentaje de casos van a terminar endeudadas, sin título, con título espurio, frustrados, o con escasas oportunidades de empleo digno. Urge una ley para el “consumidor” universitario; urge transparentar obligatoriamente TODOS los datos de las carreras ofertadas, incluyendo la información COMPLETA de acreditación, las tasas de deserción, las probabilidades de empleo, y el costo para el total de la carrera; y urge una reingeniería del sistema de acreditación de carreras, que es a lo menos desconocido, y cuyos evidentes malos resultados demuestran su fracaso.
Publicado en Educación2020 

domingo, 2 de enero de 2011

Etnografía del año nuevo

Advertencia: la Etnografía del año nuevo presentada refiere al contexto chileno y promedio: claramente falta un análisis más histórico y comparativo, así como entrevistas y mucha más observación. Lo que a continuación se describe se basa en la experiencia previa, en la observación -  obviamente participante - de contextos locales y personales.

***

    El año nuevo comienza mucho antes del 31 de diciembre. Primero comienza como expectativa, como la ilusión de término, renovación e iniciación en los ámbitos personales y colectivos del ciclo llamado año. Esta ilusión se acrecienta al llegar la fiesta de navidad, cuando queda sólo una semana para uno de los acontecimientos – con sus ritos y fiestas – principales de la sociedad occidental y de la sociedad global en general.

Mientras se aproxima la fecha, se acrecientan los preparativos a todo nivel: individual, familiar, colectivo y nacional.  Así, las peticiones de vacaciones, los últimos exámenes escolares, la compra de pasajes ya para volver a casa, ya para pasar las fiestas con familiares o simplemente en otro sitio (rompiendo o continuando la ‘tradición’, en cada caso, distinto); la compra de los materiales para la cena final, el aseo del espacio donde la comida ritual se llevará a cabo; los anuncios de mega-eventos y mega fiestas con sus gastos asociados; el gasto en los fuegos artificiales; en la adquisición de espacios para lograr ver de mejor forma el espectáculo prometido, etc., son algunos de esos preparativos. Por supuesto que en conjunto con ello están las sensaciones fisiológicas, psicológicas y sociológicas asociadas: preocupaciones, nerviosismo, estrés, emoción, alegría, irritabilidad, aburrimiento, decepción, satisfacción, etc., en conjunto con otras situaciones como gastos imprevistos, planificaciones que se caen, una que otra muerte o nacimiento; en fin, un montón de etcéteras que dependen a su vez de estratos socioeconómicos, situaciones familiares, espacios locales, ciudades, regiones, particularidades culturales asociadas a estos espacios; en fin, más etc.



La comida.
 
El día 30, durante el último tercio del día, comienzan los preparativos para la cena, que involucra el sazonar un pavo con especias varias para luego asarlo, al día siguiente. Esto, si es que es el pavo el elemento central de la cena y si es que el asado de él involucra un sitio diferente al de la casa o espacio donde se celebrará la cena. Todo esto es relativo con respecto a la planificación familiar o personal. Otros, sólo hacen un asado como se le conoce comúnmente, con carbón y parrilla o disco. Es más rápido (y hasta más delicioso, para mi paladar al menos).

Por otra parte, está la preparación de la comida que acompaña, que generalmente es fría (papas mayo o el arroz primavera; también puede haber en el plato papas duquesas, fritas o rellenas), pero que de todas maneras, es ‘especial’. A esto se le suman las ensaladas y los postres, y por supuesto, las bebidas y el alcohol. Todo este contexto, se puede enmarcar en la idea de abundancia, cuya máxima podría ser ‘mejor es que sobre, a que falte’.

Es que el año nuevo y su comida, constituye un ‘rito de excepción’, como le escuché alguna vez a un profesor. No es lo mismo el resto del año, porque ¿Cuántos almuerzos implican tanta abundancia? ¿Cuántas familias chilenas ‘cenan’? ¿Cuál de todas esas cenas requieren de una preparación y contexto especial (buena pinta en la mesa, alcohol desde antes hasta más allá del final)? La cena de año nuevo es una comida especial, no hay ningún descubrimiento en torno a ello. Como tampoco, hay descubrimiento alguno al hacer notar que la cena se celebra durante el año viejo, constituyéndose en una especie de símbolo y de deseo de lo que se quiere para el siempre utópico año nuevo: abundancia. También puede significar satisfacción, aunque es menos probable.

Las prácticas.

Es usual ver como los noticiarios pierden tiempo mostrando notas con respecto a los ritos de ‘buena suerte’ para el año que se avecina: comer lentejas, ponerse ropa interior amarilla, pasear con una maleta, etc., legitimando a la televisión – y al noticiario en especial – como un medio de propagación y de mantención de ciertas costumbres que pueden perderse en el tiempo. También está el brindar con champaña y el apreciar los fuegos artificiales (ver entrada anterior, más abajo): nunca quedan claros los por qué de cada uno de estos ritos, así como del simbolismo del abrazo, quedándonos sólo la especulación. 



El abrazo de año nuevo es bastante particular y fuente de preguntas del tipo por y para qué. Puede ser sólo una muestra de fraternidad, y es posible que pueda ser sólo eso, más allá de que representa un esquema cultural complejo en sí mismo. Un abrazo puede significar unidad, perdón, cariño, respeto, amistad, etc. Dentro del esquema cultural que nos representa el año nuevo, el abrazo puede significar olvido: tanto de antiguas rencillas entre conocidos, así como de nuestra conciencia del otro, en tanto que nos perdemos a nosotros mismos creyendo que lo único que podemos hacer por él, es desearle un buen año, olvidando la humanidad de la solidaridad y de los lazos de comunidad. Pero al mismo tiempo, también puede significar recuerdo, en tanto que nos tomamos la molestia por unos segundos de abrazar al ‘otro’, recordando que, más allá de las diferencias, de las distancias, de lo impersonal que se ha vuelto nuestra sociedad y nuestras relaciones, aún somos capaces de mantener contacto mutuo entre nosotros.

Lo más probable, es que el abrazo represente esta dualidad: olvido/recuerdo es una forma de relacionarse y de iniciar un año nuevo cargado más de emociones que de proyectos concretos.

Y, el after-hour...

¿Qué viene después de una extensa jornada, que para muchos, comienza el día 30? Tras las celebraciones, las visitas a los vecinos y los abrazos; tras la fiesta, el baile y la bebida; tras las pocas horas de sueño y la resaca, viene una mañana tranquila, si se duerme hasta tarde, o ajetreada, si hay planes. Antiguamente, en los cerros de Talcahuano existía la tradición de ir en masa a las playas de la ladera occidental y nor-occidental de la península de Tumbes. Todavía hay algo de eso, pero debido a problemas específicos y generales, ya no se practica como antes. Esto sucede por estos lares; en el otro lado del mundo, lo dudo debido al invierno.

Para muchos, es sólo un pequeño descanso, el trabajo y el estudio sigue casi a continuación.

En resumen, el rito de término, renovación e iniciación del año nuevo, ya pasó. Comienza otro año, cargado de emociones más que de proyectos, mediado por el imaginario de la abundancia y por la representación de la dualidad olvido/recuerdo del abrazo.  

2012, te esperamos.