sábado, 22 de marzo de 2014

Preguntas sobre Venezuela que no me puedo responder.

Preguntas sobre Venezuela que no me puedo responder.


Después de tanto tiempo de "crisis" y de situaciones y hechos lamentables ocurridos en el último tiempo en Venezuela, debo darme un tiempo para reflexionar acerca de mi propia posición como ciudadano crítico y consciente del mundo y de esta Latinoamérica. Es una ocasión de prospección y auto exploración, una oportunidad para la reflexión, para la crítica y la autocrítica.

No soy de los que esconden sus propias posiciones, sino que suelo moderar mi discurso porque tal como diría Descartes, pienso, y luego existo. Ante todo, me declaro un militante de izquierda comprometido con luchas históricas y luchas contingentes, parte de un momento histórico complejo atravesado por la globalización y la occidentalización del planeta. Una izquierda quizás no-clásica que avanza y crece en búsqueda de una democracia participativa, solidaria y responsable. Activista en la vida, (mucho por facebook), pero en plena construcción de una ética idealista y revolucionaria que permita transformar no-el-mundo, pero si al menos mi propio contexto micro local.

Primera pregunta:

Tras esto, debo decir que a Venezuela la considero un referente de izquierda; cómo no, pero no es el modelo que me gustaría se aplicara al menos en Chile ni en el resto de América. No me agrada la forma en que se intenta llegar al fondo. Las luchas sociales contra los sistemas conservadores, contra la supremacía de terratenientes y hacendados es la misma allá que acá. La búsqueda de una sociedad más justa y solidaria no me es ajena. Pero en política, como es obvio, las formas son importantes. Ya pasaron los tiempo maquiavélicos en donde el fin justifica los medios, puesto que en el contexto de una ciudadanía más conciente y plena de derechos, con sistemas de información que permiten un mayor control social a la actividad pública, se hace imposible no reconocer los errores, los vicios, las violaciones a los derechos humanos (por pequeñas que sean), la falta de ética humana y de pensamiento plural y democrático en el ejercicio del poder político.

Ahora bien, la primera pregunta que no me puedo responder con Venezuela es: ¿Debo defender a ultranza a la Venezuela Bolivariana, por compartir un espacio político común? Si extrapolo la pregunta de manera Socratiana, podría preguntar entonces: ¿Debo defender si o si a un chileno, haga lo que haga, sólo porque es chileno? ¿Debo defender sin cuestionar a un hombre equis sólo porque comparte el género masculino como yo? La respuesta parece obvia si se pone de ese modo, pero la gran polarización de la política actual, complejiza la respuesta. Ningún 'pero' puede ser dicho sin ser considerado un lacayo lamebotas de la oposición a los bolivarianos. Debido a esto, la indefinición suele llenar la respuesta a la pregunta sobre el apoyo al gobierno de Maduro.

Segunda pregunta

Esta reflexión me lleva a otra pregunta sin respuesta. La polarización que estamos viviendo parece muy típica de la guerra fría. Ahora todo aquel que no es parte de un-lado, es del-otro: sin ningún tipo de consideración somos etiquetados por nuestras prácticas, nuestras palabras, nuestro pensamiento. No es un hábito que pueda decir que no he cometido: a diestra y siniestra yo también he calificado a muchas personas de muchas cosas: fascistas, momios, pacos culiados, malditos burgueses, violentistas, etc.

Que yo sepa, la muralla de Berlín cayó aproximadamente cuando yo nací, unos 25 años atrás. El llamado "triunfo del capitalismo" sobre el comunismo soviético, acabó con la cortina de hierro y la maldita dualidad cerrada 'comunista-capitalista'. La maldición de ser catalogado como uno u otro por señales superficiales, supuestamente, acabó allí.

Pero no. Resulta obvio que los cambios políticos, hechos y trayectorias históricas no devienen en cambios culturales inmediatos. Ya a 25 años, cuesta sacudirse de la costumbre, del pensamiento simplista de la catalogación dual. Cuesta no enseñársela a las nuevas generaciones, completamente herederas de esa maldición, las cuales tampoco hacen mucho por liberarse de ella. Sin embargo, debo preguntarme ¿Es esta práctica tan extendida, la más útil y legítima para poder ordenar el mundo, la vorágine social que hay en esta aldea global? Sabemos que lo legítimo se desprende de posiciones hegemónicas de ciertos grupos y/o culturas. Actualmente, la sociedad occidental, con todos sus logros y todas sus trabas, sesgos y traumas intelectuales, ostenta la posición hegemónica que baña nuestras mentes y muchas de nuestras conductas y costumbres. Mi pregunta, no obstante, va más allá de la contingencia histórica del último siglo. ¿Es de verdad útil esa forma de pensar? ¿Es la mejor? ¿Podríamos intentar una forma de comprehender el mundo distinta? ¿Cuál? Yo tengo algunas ideas, tal vez que muchos comparten, pero ¿Cómo extenderla? ¿Imponerla? Y en caso de extenderla e imponerla, ¿Sería más adecuada que la anterior?

Tercera Pregunta

¿Existe el derecho a disentir y a no gustarnos algo? Supongo que sí. Más allá de mi conducta: si esta es honesta o deshonesta, si es leal, o hipócrita, o si tiendo al robo, o si soy o no coherente, o si fuera libertino, o aburrido, o el más chistoso, o criminal o víctima o culpable de algo; si soy de izquierda o derecha, fascista o demócrata. Hay ciertos derechos que son inseparables de los seres humanos y que no se pueden quitar con sentencias judiciales ni por ser de determinada corriente política. Si no te gusta el gobierno de turno, o la decisión de la mayoría, o la decisión de ese gobierno no hay nada que hacer para hacerte cambiar de idea. 

En Venezuela puede resultar obvia la intervención extranjera con recursos o armas o estrategias de 'resistencia' frente al gobierno o políticas actuales. Es obvio que la violencia es un arma que están utilizando opositores y quienes apoyan al gobierno,  y que quienes más reniegan de las políticas gubernamentales son aquellos que otrora, eran las máximas cabezas de la élite que gobernaba el país con escasa vocación social. Son así también innegables los triunfos sociales del 'chavismo', los que desde mi posición celebro. ¿Deben ser compartidos y celebrados por todos? ¿No es legítimo que haya personas que puedan y quieran disentir y quejarse por esos 'logros', independientemente si son fascistas, anarquistas o moderados? ¿Es que tener determinada conducta política bloquea tu derecho a no gustarte tal o cual política? ¿Es que usar la violencia, o aprovechar la intromisión extranjera, bloquea ese derecho? En este sentido también me pregunto ¿Es que haber ganado una elección te da el poder para negar o invisibilizar a quienes disienten contigo, que ganaste? y también me pregunto ¿Es que tu derecho a disentir y a quejarte, te da el derecho a ejercer violencia a quienes no disienten ni se quejan como tú? ¿Son las ideas y los argumentos, son el ejercicio de la democracia y la justicia, los ejes para una convivencia pacífica? ¿Según quiénes?

La pregunta final

Todas estas preguntas parecen tener obvias respuestas, pero lo que en verdad quiero asaltar, es el ejercicio hegemónico que solemos realizar flanqueado siempre con los conceptos del capitalismo patriarcal, al cual la izquierda suele criticar. De hecho, el concepto actual al cual generalmente adherimos como 'izquierda, centro, derecha', se desprenden íntimamente de esa dinámica. Todas las 'obvias respuestas' se someten al ejercicio de la hegemonía imperante, siendo por tanto obviamente contingentes, y obviamente relacionadas con el mismo sistema.

Pero esta crítica, ¿sirve en definitiva para algo? ¿a dónde lleva? ¿puede o debe ser de utilidad en la búsqueda de un nuevo mundo? ¿debo buscar un nuevo sistema? ¿Cómo crearlo? ¿Cómo extenderlo?

Las preguntas hechas sobre la situación venezolana emergen dentro de la inquietud por esta crítica al capitalismo patriarcal. La política no es un área aislada del sistema, y quienes estamos por transformar ese sistema, a través de la política, no deberíamos separar esas aguas, puesto que, por ejemplificar, también está contaminada por el veneno del patriarcado neoliberal.