sábado, 28 de enero de 2012

Héroe por Accidente

¿Sabes? No es tan cierto eso que dicen, que cuando vas a morir, en ese último instante, logras ver correr como una película, como una diapositiva de fotografías toda tu vida. Al menos, no fue mi caso. El bus perdía el control. La máquina estaba repleta de pasajeros, normales todos. Habían algunos militares, criados más bien para matar que para ser héroes. Y así era, nadie allí estaba destinado a ser héroe. Ni yo, aunque lo he deseado siempre.

Familias, niños y niñas; señoras, ancianos, jóvenes, mujeres, hombres. Profesionales, estudiantes, vagos sin remedio, militares, homosexuales quizá, creyentes es lo más probable, etc. De todo, y en este corto trayecto, muy poco, al fin y al cabo.

Y allí la vi a ella. De pie, tan cerca de mí. Junto a su madre y su hermana, tal vez. ¿10 años? Más o menos. No me crean pervertido, por favor. Solo, y extrañamente, noté su presencia y la destaqué, creo, por entre las demás. Solo un instante. Y sólo unos minutos después, el bus averiado comenzaba su loca carrera hacia el pavimento. ¿Lo raro? No utilizó la pista de descenso habitual, sino que ahorró tiempo lanzándose al vacío por unos 30 metros. O algo así. Lo importante es que la máquina quedaría hecha una retorcijada ensalada de fierros retorcidos y vísceras humanas. Fuego, sangre evaporada, gritos silenciados por un golpe seco y justo al alma y a la vida de esos casi 30 pasajeros.

extraída de la siguiente dirección: http://www.iluminet.com.mx/la-luz-toca-emociones-y-espacios-victor-zapatero/ 
Y allí, unos 15 metros antes del primer choque, entre la máquina y las barreras de contención, lo pensé, pensé las probabilidades de que ocurriera. ¿A dónde huiría? ¿Cómo escaparía de la muerte? ¿Cuál sería mi táctica? No se ocurrió nada útil, en esa fracción de segundos, pues la mitad del tiempo pensé en cómo caería la micro: vertical; ladeada; ¿Se volcaría por el techo o permanecería tras el impacto, en sus cuatro ruedas? ¿Explotaría como en las películas? Por supuesto que no me imaginé el escenario del ileso. Creo que mi afán de sangre le gana a mi afán de héroe.

Y de pronto ahí estábamos los más o menos 30. Las primeras turbulencias, el paso de las ruedas sobre la vereda y su salto expresó la primera idea sobre el fin. El ruido del retorcimiento y la fricción de los metales del parachoques y la barrera desgarró el oído de todas y todos los ya no vivos. La sentencia no fue dictada, pero la supimos justo cuando la sensación de vacío y de caer inundó en conjunto con la adrenalina y el miedo cada pecho reunido en un solo y trágico suspiro.

Yo ya no creo en el destino. Me cuesta tragármelo. Prefiero pensar en coincidencia. Subí de los últimos casi a la micro, y me tocó irme de pie en la parte delantera, entre la puerta de entrada, el chofer y los dos primeros pares de asiento. Otras veces he oído conversaciones entre amigos en otros viajes, en otras micros, donde lo privado y lo público se amalgama como bronce, donde ya nadie es sí, sino que se es por un instante, habitante de una tribu exótica que todo lo comparte, desde los sueños, las miradas, el estrés del chofer, el aire, el sudor, la excitación y el trance. Y oigo lo que se suele: winners, hablando de sus experiencias, de sus triunfos, de las ganadas. De esas conversaciones que sólo me hacían entender lo looser que era. Sin novia, sin suerte, sin dinero, sin atributos ni bellezas, sin nada que se te pueda pasar por la mente que pudiese servir útil en un héroe. Y por eso el deseo intenso de lograr llegar a ser. Héroe. Mesías. Líder.
Y allí iba esa pequeña niñita. Llena de no sé qué, en realidad. Como jugosa y dulce. Ensueño. Ahora que lo pienso, entiendo el por qué los padres quieren por lo general que sus hijos o hijas sean ‘más’ que ellos. Tiene que ver con el heroísmo de alcanzar algo, si no por ti mismo, a través de un discípulo. Proyección. Esperanza. ¡Já! Y eso me pasó. En ese último instante, cuando la vida se me iba irremediablemente, me agarré de la rama de esperanza más cercana. Ella. Y lo único que pude ver, fue toda su vida, la que no iba a tener por no se qué cresta: el destino o la simple fatalidad de ir en una máquina de mierda con un chofer igual. La vi, crecida, a sus quince, con su cabello claro y liso aún. Delgada, pero más curvilínea. La vi estudiando para la PSU, darla, y obtener un puntaje destacado. La vi entre abrazos de regocijo. La vi bajo el campanil de la U de concepción,  con sus apuntes a medio estudiar, puesto que lo interesante no estaba en ellos en ese momento, sino en las posibilidades históricas de una revolución. La vi heroína, una mujer maravilla, sentada en panteras negras, arrasando maquinarias oxidadas, rozando el asfalto, construyendo campaniles en Colón y arcos en Carrera. La vi, con el cabello oscurecido, llena de vida, de experiencias, radiante. Bella. Única. La vi en aulas de cristales dorados. La vi creando. Y así, un sinfín de imágenes ciertamente idealizadas, gracias a todos los imaginarios, símbolos y arquetipos que la sociedad occidental implanta desde pequeños a todos sus zombies. La vi bella. Sonriendo, llorando, mirando el horizonte, caminando sobre las arenas de las playas choreras; ¡qué diablos! ¡Si en Talcahuano no hay playas para caminar libremente! Y allí, en medio de las últimas locuras, de los últimos latidos cardiacos, antes que la certidumbre ahogara los últimos jirones de voces ensangrentadas, algo me impulsó a abrazarla. La estúpida y cruel esperanza. Todo lo cree, ingenuamente. La abracé con mi izquierda y con mi derecha sólo me aferré a los fierros de un asiento, el cual desapareció tras el choque. O tal vez mi brazo. Y recuerdo mis últimos suspiros, sus últimas convulsiones dentro de mi brazo, las últimas líneas de fragancia infantil, los últimos gritos aterradores y desgarradoramente desesperados. Y también lo último que pensé. Todo estará bien.


<< Buenas tardes, tenemos una noticia de última hora. Un grave accidente mantendrá de luto a la ciudad de Talcahuano por estos días. Un bus de transporte público, de la línea ‘Vía Láctea’, por razones que serán motivo de investigación, cayó por 20 metros en la zona del Tercer acceso a Los Cerros, hoy llamada Avenida del Pescador. Las imágenes hablan por sí solas, es desgarrador ver cómo quedó de destruida la máquina, que sólo cinco minutos después de detenerse estrepitosamente en la acera, comenzó a incendiarse. Para ese instante, personas que pasaban por el lugar prestaron ayuda e intentaron sacar sobrevivientes. Lamentablemente, sólo pudieron sacar a unas 6 personas, 3 de ellas, ya muertas por la violencia del impacto. Dentro de las personas que aún vivían, se cuenta una niña de tan solo 9 años,  la que milagrosamente, sólo salió con rasguños. En el momento en que los carros de emergencia se constituyeron al lugar de los hechos, la máquina ya había comenzado a incendiarse, con lo que parecía una micro que viajaba a su máxima capacidad, al menos unas 35 personas. En cualquier momento estaremos informando cualquier aspecto de esta trágica noticia… >>

miércoles, 25 de enero de 2012

¡¡¡Está la Escoba, Está la Escoba!!!

¡¡¡Está la Escoba, Está la Escoba!!!

La arena política ha sido remecida este verano 2012 por el ya famoso e 'histórico' pacto RN-DC, el cual - como ya quizás muchos analistas lo han advertido - no tiene que sorprendernos tanto, ya que como el mismo Carlos Larraín lo ha dicho, con 'la DC tenemos mucho en común'.

Y, sin embargo, los partidos políticos 'amigos' de ambas tiendas, han puesto carachos de militar, y han, en mi opinión, exagerado el tema más que modelo de farándula chilena. En particular la UDI, la cual, ejerce su influencia bajo el amparo algo estúpido de ser 'el partido más popular de Chile', en relación con la cantidad de votos sumados por partido en las últimas elecciones. Amparo estúpido porque ni siquiera son capaces de sostener un candidato propio, y hoy por hoy es un RN (Allamand) quien está en la cúspide de las encuestas como político de mayor proyección. 

Y este domingo, aparecen las declaraciones de uno de los 'coronoles' gremialistas, Jovino Novoa. Acá el Link: 

En el, aparece un concepto clave en las gargantas de la derecha dura, la que parece representar el sentimiento de muchos de nuestros conservadores compatriotas: el DESORDEN.

En repetidas ocasiones, Novoa expresa su disgusto ante el escenario de confusión y declaraciones que no concuerdan con el 'programa' del gobierno. Todo por el interés de algunos en la Alianza de realizar reformas políticas y tributarias, una verdadera herejía para los grandes señores de la política. Desorden porque no hay acuerdo en las filas, y porque hay señales de 'alta traición' hacia el 'corazón' de la derecha. Hay caos, hay anarquía en el país, en el gobierno, en las calles, en los partidos, en el congreso, ¡Ay Dios! ¡Cómo te extrañamos, General! (como dirían los inútiles y subversivos). Claro, como lo expresan incluso ciudadanos normales de carácter conservador desde el año pasado en alusión al conflicto estudiantil: Hay mucho desorden. Hay demasiada expresión en las calles, mucha opinión y libre pensamiento. Muchos derechos.

'Está la Escoba', en otras palabras. La creación de un texto entre dos partidos en el papel rivales, en el cual expresan opiniones con respecto a la posibilidad de reformas políticas, fue un 'golpe bajo', lo que indica que en realidad no hay nadie a cargo, cada ovejita va hacia 'donde está vuelta', lo cual es inaceptable en un país tan serio y decente, ordenadito como es Chile y, ah claro, heredado por nuestro Gran Patriarca Augusto.

Hay miedo, hay incertidumbre. Hay demasiados factores que se escapan de control, y está por suceder, quizás, un eventual repartición del poder de forma más equitativa, permitido por dos reformas resistidas por dicho sector: políticas y tributarias.

La ortodoxia y los sutiles juegos de palabras han llevado a que más y más gente de la UDI sigan iluminándonos y mostrándonos su imaginario político. Así, Ena Von Baer se atreve a expresar su 'preocupación' por la concentración de la discusión en 'cómo repartir el poder político', en vez de hablar de los temas que 'más les interesa a las personas'.

¿Será por eso que, quizás, hallen un relativo gran respaldo en sectores populares, donde claro, los temas diarios pasan por la sobrevivencia material - sin agregar ningún juicio de valor, ni generalizando a toda la población 'popular' - y no por la sobrevivencia simbólica (la cual pasa además, por un nivel político)? Sin embargo, desde mi posición política contraria a la derecha, creo firmemente que las reformas políticas y tributarias permitirían mayores grados de justicia social, de mejora sostenida en las condiciones materiales de esos 'sectores populares', y por supuesto, mayores derechos y libertades para las personas.

Así es como se desordenan las cosas en la derecha, una familia muy ordenada que sucumbe ante cualquier pizca de anarquía. Recuerdo muy bien las palabras de un profesor de Sociología de la U de Concepción, quien citando a un autor nos decía "estamos más cerca del caos que del orden". Una frase muy sugerente; y herética por lo demás.

Porque, ¿qué sería del país sin orden? ¿Qué sería del sistema político? ¿Qué sería de la UDI? ¿Qué sería de la derecha en Chile y del sistema que ella inventó? No me atrevería a decir que la derecha desaparecería, pero si que mutaría. ¿Cómo? No lo sé. Pero si es notorio, y muy acertado decir que sin ese orden por el cual reclama la UDI, la derecha va a cambiar, sí o sí.









Acá hay más reflexión: http://www.elmostrador.cl/opinion/2012/01/24/la-caja-de-pandora-del-senador-novoa/



domingo, 22 de enero de 2012

Ojalá el cielo fuera plausible

plausible: Atendible, admisible, recomendable


Ojalá el cielo fuera plausible,
modelable, sin cristales ni metales en sus calles;
sin tanto celeste, ni luminosas huestes de santos enjoyados de jade,
sin incertidumbres, 
con las gruesas y livianas vanalidades de la vida diaria,
los ordinarios placeres que te hacen sujetarte aún
de este salvaje y bipolar potro:
algunos le llaman 'vida'.

Si. Paraíso sólo podría llamarse un Edén rectangular
de pasto natural; 
un lugar donde las pasiones se transformen en un eterno correr y gritar
y los balones a chutar sean cometas de fuego,
y los postes sean tres pilares de oro con diamantes encrustados,
autografiados por los más grandes de la historia.
Con fair-play innato, y con las estrellas como los fanáticos,
esos que cantan sin descanso, que saltan y brillan como copas

Y no sólo allí pasaría los días eternos.
Me encantaría encontrarme con enormes bibliotecas multimedias,
llenos con los archivos de angélicos cronistas,
desde el Big-bang hasta el apocalipsis final,
la historia, y todas las medidas que la infinita sabiduría creó
en su afán arquitectónico;
los pilares y los extremos angulares del universo,
y de la humanidad original, antes de su hydiana mutación.

Pero el soccer y la biblioteca no serían nada si no hay rock.
Sin cuerdas ni distorsiones, sin estrambóticos gritos; 
estridentes y armoniosos relámpagos de luces expelidos hacia 
los intersticios fríos sin el sol de la salvación.
Allí, con tanto espacio, los ecos surcarían los océanos, 
conmoviendo los antiguos cimientos de la caverna sideral,
provocando a los primeros soles a mover sus aún doradas cabelleras,
y con el envolvente twist, hasta Dios mismo movería sus caderas.

Nada puede ser llamado dulce cielo sin el amargor del lúpulo;
nada puede ser brillante si no hay cada día espumantes crepúsculos;
nada puede ser sagrado si el sudor no chorrea por la frente,
lo cual a veces suele ser delicioso y refrescante.
Si no tenemos astros nocturnos que ver y disfrutar,
si se acaba la posibilidad del cine y la poesía, 
y las poéticas y plateadas nubes invernales dejaran de mojar,
todo en ese mundo sería demoníaca decadencia, pura charlatanería.  

Y además, no puedo imaginarme un paraíso
con ritualescas objetividades, sin debate ninguno,
en donde todo esté ya aceptado y la discusión y la pasión 
condenadas al infierno hayan partido.
¡Con los odiosos fundamentalismos y ortodoxias!
Con las absurdas banderas del fascismo;
ora rojas, ora amarillas: ni izquierdas ni derechas fanáticas y armadas
amantes de la fantasía del poder y del satánico dinero.

Aunque el dolor y la miseria se suponen obvias 
fuera de la nueva tierra, 
así como cualquier atisbo de odio y envidia,
es mejor asegurarse y soñar
y construir amor en todos y cada uno de sus rincones;
y en sus murallas garabatear alegría,
y de sus límites sacar las alambradas y dejar inconclusiones:
la felicidad estará en el continuar construyendo paraísos...

Y Cerros. Grandes y sinuosos cerros llenos de bosques de colores,
sustanciosos, tropicales y fértiles
cercanos a playas esmeraldas y a valles rubíes.
Cerros vigilantes, unidos a los cielos zafiros profundos,
gratamente inexplicables, 
pero humildes y amigables a todos los que 
plantados y regados en la tierra del Señor
podrán llamar a este paraíso, Hogar. 


Ojalá el cielo fuera plausible.
Pero por cierto, mejor fuera
que lo transformable sea esta tierra,
este presente tan lleno de divinos placeres
y tan compulsivo, lleno también de horribles cadenas
Ojalá el cielo sea como yo quiera.
Ojalá el cielo fuese greda
dispuesta a tomar forma según mis exóticas fantasías.


Sea como sea,
incertidumbre es la palabra clave.
¿Fe? Tal vez.
                                  Pero por nada del mundo
renunciaré a mis fantasías.
Esas que me hacen remar hacia nuevas rocas,
en busca de un Hogar, un paraíso.



** ESTE POEMA TAMBIÉN ESTÁ PRESENTE EN LA OBRA 'CUADERNO ABIERTO' LA CUAL PARTICIPARÁ EN EL CONCURSO DE POESÍA JUVENIL 'ARTHUR RIMBAUD'. TANTO COMO LA OBRA Y EL POEMA, ESTE BLOG ES DE EXCLUSIVA AUTORÍA DE roque atreides. **


sábado, 21 de enero de 2012

Reflexiones antropológicas en torno a la categoría 'identidad'.


¿Qué queremos decir cuando decimos 'identidad'?


Muchas veces, en muchas ocasiones, en distintos contextos, he escuchado esta palabra, la cual nunca es realmente precisada, y puede referir a múltiples ideas, como una especie de personalidad individual, a iconos de representación, procesos de identificación, convergencia histórica temporal-espacial, forma de comportamiento, simbolismo inmaterial, estructura cultural, esencia fundamental, construcción social; y bueno, nadie podría decir que identidad no refiere a todas y a cada una de estas nociones; pero tampoco nadie podría encarar a quien dijera que 'identidad' no tiene nada que ver con lo anterior.

Porque a la hora de intentar definir este 'concepto', esta 'categoría analítica', esta 'realidad', terminamos enredándonos, como buenos científicos sociales al menos, entregando un montón de alusiones a otros procesos, conceptos o contextos.  Es que en verdad, no es fácil. Y aún diría más: es imposible llegar a una definición total en pocas palabras de lo que es identidad, pues esta es siempre relativa, difusa, variable, una respuesta que varía su intensidad de significación dependiendo de quién haga la pregunta, una respuesta que no sólo constituye un discurso, sino una práctica, un hacer, una forma de interactuar. En este sentido, la respuesta se da a cada momento, en cada interacción. Si hay que definirla en una palabra, esa sería respuesta

Pero conformarnos con eso es muy poco. Porque se generan preguntas como: ¿Qué tipo de respuesta se da ante determinadas preguntas (contextos)? ¿Son todas las respuestas similares en estructura? y la muy interesante según yo, ¿Qué elementos se mezclan en el acto de 'responder'?

Tecnicismos…

Es que desde un punto de vista antropológico, podemos identificar muchos factores y ‘mecanismos[1] estructurantes de identidad, que le dotan de ese carácter complejo y difuso. Un ‘espejo’, reflejos fragmentados, compuesto por diversos elementos significativos que particularizan cada identidad. La geografía, el territorio y los alrededores, la interacción, la circulación, etc., son factores que identifican y particularizan las identidades. Por otra parte, los mecanismos que permiten configurar aquellas particularidades o factores son, entre otros, la memoria, la tradición, la oposición, alteridad, pertenencia, negociación simbólica, adscripción, interpretación, discurso y práctica. Estos mecanismos refieren a relaciones de poder – en cuanto a conflictos, tensiones, apropiaciones, ‘control cultural’, etc. – al tiempo que a normas, ‘patterns’[2] y significaciones culturales.

De estos últimos mecanismos, punto a parte merece la 'memoria'. Siguiendo al conocido historiador José Bengoa, la identidad, tanto en el plano social como en el teórico, convoca directamente a la memoria. No sólo hablamos de recuerdos personales, ni a una mera mezcla de ellos con recuerdos colectivos; identidad y memoria apelan a un espacio imaginario y simbólico de encuentro, justamente entre lo individual y lo colectivo, entre lo público y lo privado. Es “una suerte de gozne o bisagra en el que la persona se ve al mismo tiempo a sí misma y a su grupo, y es por ello que la distinción entre identidad individual… e identidad colectiva… tiende a disolverse… la respuesta es siempre una combinación de memorias [y de alteridades y de sentidos de pertenencia] individuales, grupales y colectivos...” (Bengoa 2006: 89).

Pero pese a que la memoria es un fenómeno que contiene una dimensión mental, los recuerdos se arraigan en determinados factores socioculturales que van configurando las identidades. Destacamos ahora uno de ellos, el territorio, el escenario en donde las interacciones, relaciones de poder, de alteridad, de identificación y representación tienen lugar, permitiendo la significación cultural del espacio en donde la vida social tiene lugar. 

Pero además de estos factores mecanismos estructurantes de identidades locales, cuyos efectos los constatamos a nivel micro social - o también, empírico - existen otros fenómenos que también contribuyen a configurar las identidades a un nivel macro social. Estos se pueden identificar analíticamente, precisando los siguientes: a) la Cultura, como fenómeno social, simbólico e histórico, construido a partir de elementos ‘objetivos y subjetivos’ b) la conformación de los Estados nacionales, como fenómeno político e ideológico y, c) la Globalización, como fenómeno económico, político, sociocultural y comunicacional.

En fin…

Cabe destacar una vez más, que hable del tipo de identidad de la que hablamos los tipos raros de las ciencias sociales. Por tanto, una definición más o menos académica sería decir que identidad es una especie de marco de interacción y clasificación abierto, configurado en primera instancia por el ambiente sociocultural del grupo social en el que se nace – familia, barrio, ciudad, nación – y en donde se dan los primeros procesos – mecanismos – de configuración (identificación, alteridad, adscripción). Este es susceptible a cambios, radicales en algunos casos, dada la apertura y circulación – es decir, la globalización – que afecta de diversas maneras aquel marco, a través de los mismos mecanismos que la configuran. Pero no sólo es afectada por ellos: la interacción, la interpelación, la memoria colectiva, la forma de experimentar el espacio, el tiempo y el territorio, y la apropiación simbólica e imaginaria de estos, etc., van transformando a cada momento las identidades individuales y también de las colectividades, o comunidades, unidas estas por diversos factores. 

Pero, una definición más comprensible y acotada sería esta: identidad es una expresión cultural ante la obvia interacción entre grupos humanos.


[1] Los llamamos mecanismos por no encontrar un concepto más adecuado. Lo que no queremos decir, es que los procesos de construcción de identidad sean mecánicos, en un sentido estructurado o evolucionista, ni menos que la identidad sea una ‘cosa’ fácilmente descriptible, puesto que estos procesos, al ser ‘negociados’, se constituyen dependiendo de cada grupo social, de sus estructuras sociales y de sus contextos históricos. No todo lo que aquí mencionamos como mecanismos, se lleva a cabo, sino sólo aquellos que sean pertinentes a la situación. La descripción será siempre una cuestión empírica. Misma situación ocurre cuando decimos ‘estructurante del fenómeno’: tal estructuración sería más bien una especie de configuración, delimitación o fronterización de la respuesta.
[2] ‘Patterns’: suele traducirse este concepto introducido en la antropología por la corriente cultura y personalidad, como ‘patrones’, esto es, en un sentido psico-cultural y normativo en la conducta humana. Escogimos colocarlo en su original inglés, porque creemos que así puesto significa mucho más su contenido original.