miércoles, 23 de octubre de 2013

Sueño Inútil

La mayor y más absurda de las utopías, es aspirar a que el ser humano cambie y sea bueno.

Nuestra historia es una novela

Muchos científicos sociales concordarán conmigo: Son los contextos históricos los que van moldeando esto que llamamos 'presente'. En realidad, es al revés. Yo concuerdo con los científicos quienes ya han sostenido esto desde hace mucho, mucho tiempo atrás.

Esa introducción es suficientemente comprensible para continuar hacia donde quiero ir. Chile: Elecciones presidenciales/parlamentarias/core año 2013. Estoy seguro que muchos ya se han preguntado lo mismo: ¿Qué significa que haya tantas opciones presidenciales, muchas muy similares o de similar tendencia ideológica entre sí?  ¿Cómo podemos explicar a nueve personas que se arrogan la "verdadera representatividad" del pueblo chileno? ¿Acaso hay nueve pueblos distintos?

Hay en Chile una trayectoria histórica. Yo lo defino como una etapa histórica, y la podemos imaginar como una novela construida con distintas escenas que parece acercarse al final. Una etapa muy larga, que parece comenzar hace 50 años aproximadamente. A continuación, un relata de esta novela histórica en tiempo real. Luego, un poco más de discusión y crítica...

Un relato simplificado. Nuestra historia es una novela. 

Podríamos bien comenzar la novela con un "érase una vez", indicando a un pueblo muy lindo; pobre, pero muy lindo y lleno de recursos y potencialidades. Y que este pueblito era disputado por dos fuerzas antágonicas: el bien y el mal, el comunismo y el capitalismo: ¿Cuál era el malo y cuál el bueno? Nadie supo nunca. En ese entonces, aparece una fuerza política que convenció a la gente de ser una alternativa frente a las otras dos fuerzas. Decía de sí misma que representaba lo mejor de cada una. La gente de Chile parecía buscar algunos cambios, buscaba aprender nuevos caminos y mirar otros horizontes. Así que esta nueva alternativa, la DC, llega al poder y comienza, efectivamente a caminar por otras sendas que antes eran tabú para la aristocracia y la nobleza del país. 

Lamentablemente al parecer, la DC no pareció suficiente. O es que tal vez la gente sólo amaba a Frei Montalva y no a la DC. Todo indica que hubo una curiosidad mayor, un deseo de seguir caminando y no estar parando a cada rato. Un grupo de este pueblo inventó entonces una maquinita llamada UP. Era una máquina no muy grande, que no a todos les gustó, puesto que poseía ciertas armas de doble filo. Además de que se parecía mucho mucho a esa cosa llamada comunismo. Sin embargo, fue suficiente para que llegara al poder e iniciara nuevas sendas, buscando otros horizontes en territorios algo oscuros.

La tercera escena comienza violentamente. Es de las partes más tristes de la historia chilena. La maquinita UP terminó siendo destruida, y muchas de sus partes, engranes, tuercas, cables, etc., fueron también reducidas a polvo. Una nueva maquinaria había sido puesta a prueba, mucho más letal y con dobles filos más peligrosos aún. Pero a los operadores de esta otra máquina, muy cercana a esa cosa llamada capitalismo, se les olvidó romper también el manual de la antigua máquina. 

Sin embargo, costó mucho para que algunos trabajadores lograran articular y conseguir los materiales para volverla a construir. En tanto, la maquinaria capitalista puso en marcha un ambicioso plan para evitar que los materiales usados antiguamente fuesen encontrados otra vez, y para que sus propios componentes, manuales y operadores inundaran las ferreterías sociales, ideológicas y políticas del pueblo de Chile.

La cosa les funcionó muy bien en principio: los antiguos materiales no eran encontrados; pero el antiguo manual estaba aún ahí, ya lo estaban entendiendo, y en su desesperación, comenzaron a utilizar materiales alternativos, reciclados, reutilizables, sintéticos, etc. Inventaron una nueva máquina, distinta a la de la UP, pero dijeron, en buen chileno: "es lo que hay". La cosa es que funcionó, la echaron a andar, y lograron llegar al poder y dejar obsoleta a la maquina de la derecha militar. "Concertación", le pusieron. Da inicio la cuarta escena, con la justicia en la medida de lo posible, y la democracia escasa, esa de los acuerdos.

Todo iba bien: la maquina funcionaba; con problemas, pero lo hacía. Permitió llegar a muchas cosas. Se avanzaba incluso con antiguos materiales reciclados y reutilizados de la UP, como eran el PS, el PPD y el PC. De tanto en tanto, la derecha militar rugía, pero ahora podemos decir que eran más bien los últimos sonidos de un motor que ya se echaba a perder y cuyos repuestos estaban descontinuados. La cosa es que el pueblo de Chile, comenzó nuevamente a curiosear por ahí, a mirar los antiguos caminos, a soñar con los otros horizontes, a experimentar con nuevos materiales y construyendo nuevas mini-maquinitas.

La quinta escena comenzó a fines de 2009, en donde los viejos operarios de la maquina llamada Concertación, perdieron el control con su excesiva moderación y su abundancia de trabajadores buenos para sacar la vuelta. Llega un nuevo administrador, uno que si bien se parece a los operarios de la derecha militar, incluso que trabaja con ellos, le gusta la maquina alternativa, o eso es lo que parece. Pero la gente de Chile parece estar arrepentida de colocar a este último administrador, y comenzó a añorar a la jefa anterior. Los anteriores operarios se soban las manos, puesto que saben que podrán volver a tocar los controles de la máquina. Ahora prometen hacer mantención y renovar varias partes de la máquina, ya que de pronto, comenzaron a aparecer materiales nuevos, refinados, muy similares a la cuasi épica UP. Y la gente de Chile se siente feliz, porque añora un cambio, la curiosidad nuevamente la ha llenado y quiere explorar esos nuevos caminos. La anterior jefa les está ofreciendo un camino seguro, con herramientas que evitan todos los peligros y los filos que tenía la UP. A esta maquina la han denominado "Nueva Mayoría", pero de nuevo no tiene mucho, a decir verdad.

Uno entonces se pregunta si el pueblo realmente le satisfará ese camino propuesto, o realmente aman sólo a Bachelet, no a su máquina - tal como lo hicieron con Frei Montalva. La sexta escena está por comenzar, no se puede saber a ciencia cierta si es la última, o si es el preludio para una más. 

El contexto obliga


Desde hace tiempo que cuestiono muy íntimamente a cada proyecto político que declara representar al pueblo de Chile. Si esto es verdad, nuestro pueblo es bastante más heterogéneo que lo que parece, puesto que nueve candidatos declaran lo mismo - al menos en hechos - y esto sin contar con el fantasma de la abstención, que bien puede personificarse como el décimo candidato. 

¿Qué más? Lo otro que sorprende es la similitud de los domicilios políticos de las candidaturas y los proyectos. Podríamos decir que cinco candidatos son de izquierda o de centro izquierda. Pero más allá de esto, parece haber concordancia en muchas otras aristas que desde hace mucho rato rondan en la misma ala política: reforma tributaria, reforma al sistema de pensiones, reforma educacional y de salud con tal de garantizarla como un derecho por parte del estado, nueva constitución, reformas políticas como el binominal, etc. Detrás de todo esto hay un miedo muy visible de sectores conservadores respecto a las posibles consecuencias de estas propuestas, supuestamente basadas en "hechos" y "realidades" internacionales. El colapso de varias economías europeas que exactamente aseguraban estos "derechos fundamentales" a cada ciudadano y ciudadana (e incluso inmigrantes) son ejemplos claros - en palabras de la derecha y aún de la izquierda conservadora - que indican que esas propuestas, liberales, libertarias, riesgosas, radicales, son causales de ese fracaso. 

¿Será cierto? ¿Será que el triunfo del capitalismo es ya absoluto, y que cualquier intento de cambio detonará un conflicto económico y social automático? Me parece que esto último es absurdo. Los conflictos no son automáticos, no se trata de un sistema completamente automatizado; no, hay responsabilidades humanas de tipo políticas claramente que no sólo competen a los Estados de bienestar, sino también a sus opositores.

De todas maneras hay un detalle que los opositores a estas ideas omiten a veces de manera descarada: exactamente, el contexto histórico. Podrán tener toda la razón: tal vez estas ideas sean imposibles en el actual escenario global, y que en sí mismas conllevan el riesgo de la destrucción social, política y económica. Sin embargo, el pasado reencarnado en el presente reclama explorar ese horizonte, transitar por el camino truncado en la tercera escena y experimentar en carne propia los riesgos y las potencialidades benéficas del mismo. Y el futuro parece definir esta tendencia, esta curiosidad social respecto a las posibilidades de una transformación profunda en nuestro territorio. 

Para terminar, una frase de Ortega Y Gasset, de quien se desprende gran parte de este texto: "... La diferencia numérica... es de aquellas diferencias cuantitativas que, según Hegel, se convierten automáticamente en diferencias cualitativas..." (En: La rebelión de las masas: 170). Veremos si la votación de noviembre realmente se volverá en una real expresión de esa necesidad de transitar hacia un nuevo Estado. Veremos si los números de noviembre pueden traducirse en una diferencia cualitativa que nos impulse a llevar a cabo las transformaciones que - todo indica - muchos queremos realizar.