jueves, 16 de junio de 2011

Imágenes in situ: Marcha por la Educación Pública. 16 de junio 2011.



Marcha por la Educación Pública: 16/06/011

Estudiantes, trabajadores y ciudadanos marcharon por las calles de Concepción, a favor de la Educación Pública. Basta de procesos privatizadores. El lucro podrá ser legítimo, pero es inaceptable cuando se trata de nuestros derechos, y la Educación es nuestro derecho, nuestro como ciudadanos de este país.




Las mesas de diálogos no son suficientes. Todos conocemos las posturas de todos, y es necesario una decisión política. Una decisión que represente a estas grandes masas de movilizados.










Gracias a todas y a todos quienes hacen posible estos eventos de cívica y democracia.

martes, 14 de junio de 2011

X-Men y la eterna pregunta sobre la integración, la interculturalidad y la no-exclusión

Hace poco se estrenó la precuela de la saga de los X-MEN, llamada 'Primera Generación'. La película es muy buena, desde mi subjetivo punto de vista; buenos diálogos, imágenes, humor, acción, suspenso, emoción, ira, venganza, efectos, etc. Recomendable. 

Sin embargo, no soy crítico de cine, y este blog, si bien dedicado a la crítica, no se va a enfocar a criticar películas. Quiero tomarme eso sí, de la película, para desarrollar pequeñas reflexiones en torno a la eterna pregunta, adelantada en el título: ¿Cómo nos integramos? o de otro modo: ¿Cómo nos relacionamos?


La batalla de los X-Men tiene que ver con la humanidad, con aquella que rebosa en normalidad, y en diversos mecanismos de control que impiden que la a-normalidad (sin ningún juicio de valor incluido) pueda permitirse en la cotidianidad. Esta anormalidad está mucho más acá que telépatas, adolescentes inestables con rayos láser desde los ojos o compadres con adamantium en vez de huesos calcificados. No, no son mutantes. La anormalidad es tanto más sutil mientras más mecanismos de control tengan a su alrededor.













Y qué tenemos? Millones de personas estresadas, discriminadas, depresivas, inestables, excluidas que intentan reprimir tantas situaciones y hechos que representan, tanto para el mundo normal como para ellos mismos, situaciones y hechos denigrantes, indeseables y  anormales. Desde la estupidez de la raza hasta la aberración de la clase; desde la devoción hasta la opción de género. Es cierto: estas clasificaciones hayan asiento en las dinámicas culturales propias de la humanidad entera, y que han sido utilizadas desde que el mundo es mundo como pautas y reglas para intentar comprender un mundo tan real como abstracto, y por lo tanto, inaprehensible. Sin embargo, una vez que esas clasificaciones pasan a ser la única manera de diferenciarnos de la otredad, comienzan las pugnas de poder, las campañas del miedo, las exclusiones, y las guerras contra 'lo que no es igual'. 




Y entramos tras este párrafo, a un tema relacionado. Las preguntas sobre nosotros mismos. El ser humano puede estructurar su aprendizaje a través de la experiencia, el traspaso, la información y el contraste. Las preguntas sobre 'nosotros mismos' van más allá de un simple - ¿o complejo? - pensamiento filosófico existencialista. Tienen que ver con el intento de comprensión del mundo y de lo que nos rodea, lugar del que somos parte. Tiene que ver con el contraste, la experiencia y el traspaso de información: ¿Soy lo que el otro es? ¿Puedo verme reflejado en las acciones, apariencias o pensamientos del otro? Los tipos de respuestas dan lugar a la conformación de grupos, sociedades, divisiones tribales, clanes, naciones, confederaciones, partidos políticos, equipos de fútbol, etc. En esas respuestas y divisiones - necesarias desde el punto de vista cultural y antropológico para la existencia de relaciones sociales - sentamos las bases de nuestras normalidades y de las respectivas anormalidades.

Sólo cuando estas normalidades se sienten amenazadas, cuando los periodos de crisis asolan a ciertos grupos, cuando emergen las preguntas sobre identidades, cuando se llega a la conclusión de que sólo acabando con lo diferente, con aquello que idealizamos diferente, sólo entonces, llegamos a odiosos y extremos casos de genocidios, guerras, miserias, discriminaciones y exclusiones. Ejemplos hay muchos. Aunque la mayoría de los casos no son tan extremos: para no llegar a esos extremos, existen ciertos mecanimos - que en nuestras sociedades occidentales llamamos 'ley' - que regulan tanto la normalidad (y por lo tanto, la anormalidad) y aún los mecanismos de exclusión.

Queda otro tema, de índole más psicológico, pero igual de importante: la propia aceptación. Solemos aceptar la normalidad aún cuando nos quede chica, y solemos andar a cuestas con ella aunque sea muy pesada. No la discutimos hasta que constatamos que de alguna u otra forma escapamos a esa 'realidad'. Una vez constatada, comienza la mutilación (metafóricamente) de nuestra propia diferencia. Porque por lo general, nadie sueña con no encajar en el modelo; al contrario, rehuimos de los mecanismos que nos controlan y se cede ante las expectativas culturales y sociales que nos fuerzan, conciente o inconcientemente, siempre a lo establecido. Hoy, son cada día más los que toman conciencia de su propia diferencia, la exacerban, la defienden, la reivindican. No es que la oposición haya bajado. Las resistencias siguen en pie y la normalidad se sigue defendiendo porque por cierto, culturalmente, es necesario.




Este comentario intenta analizar el reflejo de la película (X-MEN para quien lo olvidó) sobre nuestras sociedades actuales. Es una crítica al cómo lo hemos estado haciendo, no una reflexión sobre cómo deberíamos hacerlo. Sólo me limitaré a esto: Cuando no hay autoaceptación, el mundo suele ser aún más cruel de lo que es. La autoaceptación no resolverá nuestros problemas de convivencia, de integración, de interculturalidad y solidaridad, pero si creo que contribuye a dar un poco de paz, aunque para Magneto 'la paz nunca ha sido opción'...



¿Cómo nos relacionamos, como seres humanos, todos y todas similarmente diferentes? Esa respuesta es de tipo político. Y si, soy partidario - ya no desde el punto de vista antropológico, sino desde el punto de vista político - de una mejor sociedad, más justa, solidaria, integradora y respetuosa de la diferencia. Y por supuesto, conciente de mis propias diferencias frente al mundo y mis pares.