lunes, 28 de julio de 2014

Carta abierta a (sin esperanza de que sea leída por) autoridades del Estado de Israel

Carta abierta a (sin esperanza de que sea leída por autoridades del Estado de Israel)

Quiero ser claro. Me afectan todas y cada una de las injusticias, abusos y atrocidades que ha vivido el pueblo judío a lo largo de su historia. Particularmente el periodo de la segunda guerra mundial y su brutal y violenta locura  en contra de los judíos, me provoca una serie de sensaciones a favor del pueblo judío (y en contra de los fanáticos nazis); ero también me asquean las actitudes, y miles de asesinatos que la iglesia católica y los feudos occidentales les provocaron durante la edad media a través de, por ejemplo, las cruzadas.

No hay nada que agregar en ese aspecto. Lo que han sufrido no se lo doy a nadie. 

Con la misma convicción, este escrito va en contra del Estado de Israel. Un grupo de estructuras y personas que a pesar de toda esa historia de violencia y abusos, han terminado cometiendo las mismas atrocidades, las mismas brutalidades y la misma violencia que han sufrido. 

Hoy, toda esa violencia que han cometido desde los años cincuenta del siglo pasado ha germinado en odio y violencia. Y la sangre que están derramando hoy, les pasará la cuenta mañana. Si los diplomáticos no encuentran las palabras para disuadir al Estado judío, quisiera sugerir estas: 

Hoy, ustedes como Estado-Nación tienen el poder para acabar con esto, de una u otra forma. Ya sea por medio de las armas y la fuerza, como lo han hecho muchos otros imperios coloniales (incluido el nazi) que han reprimido con violencia cualquier tipo de disidencia política en sus territorios. Pueden hacerlo así y ganarse con justicia la creciente antipatía mundial en contra suya.

O pueden hacerlo a través de una decisión política que involucre la integración del pueblo palestino y la posibilidad de autonomía territorial y política real. Una solución pacífica para aquellos habitantes que tienen las mismas raíces históricas en aquel histórico territorio y que tienen iguales derechos que los judíos. Pueden hacerlo así, y ganarse el respeto y respaldo total de la ciudadanía global que está harta de conflictos, asesinatos y locura sin sentido, llevados a cabo por fanatismos ciegos y brutales.

Queda pues en sus manos. Por favor, suelten las armas para tomar la solución.