domingo, 4 de marzo de 2012

Viví un ritual de iniciación



Hace poco se realizó la ceremonia de titulación para los alumnos de la carrera de Antropología de la U de Concepción, mediante la cual - decían muchos - se cierra un ciclo: el del estudiante. Se inicia una carrera profesional, una 'otra cosa', desde la cual miramos hacia atrás y sentimos la nostalgia de un antes que quizá terminó muy rápido.

Casi de gala, formales, preparados y preparadas, camisa y corbata: la moda del buen nativo que conoce su
cultura, sabe que no es 'cualquier' instancia, que es especial y que debe estar a la altura del momento.

Sorprende, aunque no debería, el peso que ceremonias como esta recibe de la gente. Titulado yo ya estaba hace más de un año, cuando por fin defendí mi Tesis con éxito y estaba en condiciones de decirle al mundo que ya era antropólogo. Ya podía ponerlo en el currículum, y los eventuales jefes podían pedir pruebas de mis estudios y yo tenía cómo demostrarlo. Lo de la ceremonia es sólo un simbolismo.

Y claro, el que sea simbolismo, no lo hace menos significativo ni menos tangible. Sin embargo, hay una especificidad muy especial en toda esa formalidad, esa 'ceremonia', lo que en lenguaje antropológico, sería algo así como un 'ritual de iniciación': Ahora ya no somos los jóvenes estudiantes inmaduros, somos hombres y mujeres dotados de las 'herramientas' necesarias para valerse por sí mismos. Ahora son adultos. El ciclo se cierra. Y etcéteras varios.

Cómo si muchos no éramos ya adultos que podían valerse por sí mismos...

Cómo si muchos no seguiremos siendo aún jóvenes inmaduros...

La emoción, la ansiedad y el nerviosismo se tomaba por momentos el ambiente de la ceremonia. Las familias orgullosas de sus hijos grandes y titulados sonreían y se mostraban sin vacilar alegres y satisfechos. Y es que ceremonias como estas, representan puntos críticos en el sentido de las expectativas culturales que nuestra sociedad occidental genera y espera para sus nativos, y para la cual el paso por centros académicos representa parte de la línea general que se espera y desea que se siga para cumplir esas expectativas culturales. En otras palabras: <>.

Pese a que ya lo habíamos hecho. Pero sin la formalidad, sin la ceremonia, sin el ritual, parece que no hay nada.

Ese es el peso específico en nuestra sociedad de estas instancias de formalidad. Un valor simbólico que sin duda complementa y completa poderosamente el logro material asociado.

2 comentarios:

  1. Excelente! fue como dices, ese ritual que marca e impacta no sólo al nivel social, sino también al personal...creo eso sí, no es un ritual de adultez netamente, pero si uno como corresponde, supuse iniciado desde la defensa de la tesis (otro ritual, el de aprobación de los nuevos pares) hasta el reconocimiento sufrimos una larga liminialidad, al decir de Turner. Creo el rito fue necesario para terminar el proceso liminal.

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  2. Tambien pienso que el ritual abarca la misma defensa de la tesis, con la comisión evaluadora, la exposicion, y todo ese rito de la sesión. (¿El mismo proceso de hacer la tesis es parte del periodo liminal?) El período liminal se extiende hasta la ceremonia de titulación. :P

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