viernes, 24 de diciembre de 2010

Feliz Navidad... y endeudado año nuevo para todos...!

En torno a las luces, los árboles y los pesebres; detrás de las estrellas, bajo los papeles de regalo, tras cada transacción comercial, se hayan las bases de la celebración más típica de la sociedad occidental: la navidad. Y esta, nórdicamente entendida: con nive, hielo, frío, viejos pascueros abrigados, renos y trineos.

Como toda crítica a las fiestas navideñas, haré pequeñas alusiones al consumismo que nos posee, cual demonio necesitado de víctimas a las cuales destruir a través de deudas, competencia desenfrenada, impotencia frente a altos precios, robos, envidia, codicia, etc. Porque, más allá de los múltiples buenos deseos de unidad, familia, solidaridad, cristiandad, etc., las luces nos ocultan todas las deficiencias de nuestro pésimo sistema social, poco solidario y poco cristiano, a pesar de que somos una sociedad ultra conservadora en su variante católica, como la chilena.

Pero hay algo más, y como nunca lo hago, defenderé la necesidad de lo comercial en las fiestas navideñas.

Esta es una fiesta que se relaciona con lo religioso. Pero muchas de las fiestas de la antigüedad, también se relacionan con lo político y lo económico. Así, el potlatch de los indígenas norteamericanos, o el Kula de las islas Trobriand en Nueva Guinea, son celebraciones tienen mucho que ver con estas tres áreas: lo religioso, lo político y lo económico. El intercambio como actividad económica se practica incluso en los nguillatun y we-tripäntu mapuche, por lo que, como occidentales, no escapamos a esta dinámica de la naturaleza humana. Incluso las fiestas judías como las relatadas en la biblia, denotan prácticas políticas, religiosas y económicas.

Por lo tanto, el comercio es válido y necesario para articular la fiesta navideña. El problema es la exacerbación de ese comercio, cuando excede los límites y se transforma en consumismo endeudante, con toda la degradación de las relaciones sociales que eso conlleva (envidia, odio, frustración, codicia, etc.).

Hay muchos puntos que se desprenden de estos comentarios. Como la estupidez de que el viejito pascuero viene al polo sur envuelto en pieles de reno y oso polar, como si por estos lares hiciera frío como en el norte (del mundo). Claro, con esto del calentamiento global, puede ser...

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