lunes, 28 de febrero de 2011

Etnografía de una marcha.

Marcha de estudio: Marcha conmemoración un año del terremoto 27F 2010. ‘Un año sin reconstrucción’. Red Construyamos. 
Trayecto: Desde plaza Perú hasta plaza Independencia.
Fecha: 26-Febrero 2011
 
Foto extraída desde: 
http://www.facebook.com/photo.php?fbid=201685716524058&set=t.100001022402662

Antes que nada, una pequeña introducción con respecto a la expectativa cultural que genera o que rodea una marcha. Expectativa en tanto espera; la espera de que tal acto social permita resignificar una situación ante la cual se marcha.

Una marcha, con todos los actos y toda su puesta en escena, con todos sus protagonistas, sus gritos y discursos, sus banderas y pancartas, sus símbolos y significados, generan la sensación de una confrontación, de una guerra. De hecho, los discursos y los gritos siempre nos están recordando la motivación: una lucha. Una batalla en el ámbito social y político, una confrontación y tensiones en las relaciones de poder entre los marchantes (quienes, se asume, están en una escala jerárquica inferior) y aquellos contra quienes se marcha. Porque, más allá de que se marche frente a una injusticia, alguna desigualdad, proyecto de ley, o cualquier abstracción impersonal, detrás de cada una de estas situaciones hay otro actor social ‘encargado’ de ejecutar la acción ante la cual se protesta.

Motivos, eso sí, nunca faltan.

En este sentido, una marcha espera transformar una calle en un campo de batalla. La plaza de salida, en una guarnición. La plaza o lugar de llegada, en la trinchera enemiga. Por supuesto que en términos analógicos. Una marcha tiene una intencionalidad política más que marcial. Por otro lado, es la política el campo donde la confrontación y las luchas de poder hoy en día se dan en regimenes que, al menos, se hacen llamar democráticos.

Elementos de una marcha a la luz de la marcha de estudio.

Una marcha es, además, una congregación de personas con aproximadamente similares intereses. Es una instancia de encuentro entre ellas, de construcción de redes y relaciones. Por supuesto, una forma de manifestación y participación social.

La marcha no comienza con la salida. Hay todo un preámbulo previo, toda una estrategia de inteligencia – continuando con la analogía militar – que comienza días antes, con una organización. La marcha de estudio da inicio mucho antes, comenzando con la conformación de comisiones que dan cuenta de su actuar en cada asamblea. La Red Construyamos se caracteriza por ser una ‘asamblea de organizaciones’, buscando una estructuración horizontal en su coordinación. Por tanto, se omite la figura unipersonal de un general, por una multipersonal. En este caso, la asamblea, la que aparece como ‘soberana’ de las decisiones.

El día de la marcha comienza siempre más temprano que la hora de convocatoria. La organización se reúne en el espacio de culminación, en el caso de que haya una actividad mayor en ese espacio. De lo contrario, sólo se reúne en la guarnición, en donde los convocados a la lucha son preparados con discursos, últimas instrucciones; son aleonados con gritos de guerra y consignas políticas, cantos, pancartas y banderas. Se menciona la causa específica de la convocatoria y se realiza el acto de inicio. En el caso de la marcha de estudio, se realizaron ambas distinciones. Un acto de inicio, consistiendo en un servicio de tipo religioso, en la esquina de Plaza Perú con la diagonal Pedro Aguirre Cerda. Este sitio es de especial significación política, social y cultural, pero por corresponder a otro tema, no me referiré a ella. Sólo mencionaré el ambiente que había ahí, en la guarnición, en la mañana de inicio.

Los sábados, hay una pequeña feria que se ubica en el contorno de la plaza. Siempre es concurrida, por lo que el día de acción, había gente que podríamos llamar ajena a la convocatoria. Además, durante febrero, suele ponerse frente a calle Chacabuco, una feria artesanal, que también atrae gente ajena a la convocatoria. Por otra parte, el tránsito vehicular es siempre continuo alrededor de la plaza, aún en día sábado. Otro elemento a destacar, es la presencia casi permanente de fuerzas policiales especiales, conocidas como GOPE. Es que la plaza presenta un historial de conflictos sociales y políticos, sobretodo, con los estudiantes de la Universidad de Concepción, cuyo campus se levanta frente a la plaza. Esta es, por lo tanto, una guarnición permanente de conflicto social.

La actividad religiosa (se destaca que organizaciones religiosas participan en la asamblea de la Red Construyamos), está marcada por la multitud de gente agrupada en torno al megáfono. A esas horas, las 11:15 aproximadamente, toda una tropa que camino desde los bordes de Chiguayante ya estaba presente, aleonada y lista para la batalla. Además, una gran cantidad de convocados ya estaba presente en el lugar, incluyendo organizaciones estudiantiles, artistas, batucadas, y demases, incluyendo a los ajenos, al pueblo, a la ciudadanía que se enteraba de la actividad. El megáfono, por supuesto, no reluce entre la multitud inquieta.

Finalmente, el acto de inicio concluye, y los marchantes se preparan para marchar hacia la trinchera. Las pancartas se levantan, los gritos cobran nueva fuerza; los megáfonos retoman su liderazgo entre el ruido y la inquietud. Las banderas flamean y las batucadas dan ritmo a la caminata.

Así, se deja la guarnición. Los ajenos continúan con su visita, con sus conversaciones, con sus quejas. La cotidianidad retoma su ritmo diario, su rutina. El ruido se aleja. La batalla tiene otro escenario.

Pero los ajenos siguen destacando. Esta vez, desde los edificios, desde la calle y desde el tránsito, la marcha se ve como una culebra que repta llamando la atención de estos nuevos ajenos, trasladando las quejas por el ruido, hacia la molestia del taco y la espera vehicular.

Las pancartas, alrededor de unas 20, son las banderas de representación. Una marcha como esta, es una alianza de batallones. “Cristianos por la liberación…”. “Aldea 7 y 8 Oriente. Exige urgente reconstrucción”. “Comité pro defensa por una indemnización justa. Luchando con todos y para todos”. “Un año sin reconstrucción. Red Construyamos”. “Banco Estado miente…”. Son algunas pancartas que versan y enfocan el conflicto. El negro, el color con el que se convocó de preferencia, también destaca como color de protesta, a la vez que de conmemoración y luto. La marcha avanza hacia su trinchera final de lucha.

Pero en este último sector, no todo aparece de la nada. Desde temprano, la organización de la marcha en cuestión, comenzó preparativos necesarios para que el acto de cierre envolviera la expectación sin dejarla ir. Este punto es importante, puesto que tras una media hora de marcha, bajo un sol que quemaba, es fácil diluirse si no existe un enganche inmediato con el acto de cierre.

El acto de cierre consistió en intervenciones discursivas y artísticas. La intencionalidad variaba, sobre todo en los actos artísticos, pero todas giraban en torno a la situación política y social tras un año de la catástrofe.

“¡Necesitamos ser escuchados!” versaba con fuerza una de las dirigentas que intervino.

Por otra parte, la marcha en cuestión resultó fusionada con otra que partió desde calle Prat, en plaza España. Fue allí cuando ciertas fricciones tuvieron lugar, puesto que la marcha que estamos describiendo y las organizaciones de base que la permitieron, compartían un profundo descontento, que en muchos se convertía en rechazo, a los partidos políticos tanto de gobierno como de oposición. Justamente, con estos últimos se alimentó en gran medida esta segunda marcha, logrando esas fricciones que tuvieron su momento álgido cuando su representante intervino en el acto de cierre.

El acto seguía, y los ajenos pasaban. Pronto, surge otro elemento común a todas las marchas. Lentamente, cada uno de los convocados se convertía en uno de ellos. El interés se diluía a medida que el calor crecía. La gente, aún en los momentos de mayor concentración, continuaba ensimismada en lo que estaba. Gritando consignas unos, conversando otros, mirando los actos, etc. Los transeúntes – los ajenos – pasan, otros miran y escuchan, otros miran y no entienden nada.

Termina una batalla, un capítulo de la ‘guerra social’ en la que cada marcha se inscribe. Quedan, por supuesto, muchas preguntas. ¿Qué sigue a una marcha? ¿Qué pasa después? ¿Cuál es el camino a seguir?  Es que la guerra pasa por muchos capítulos, muchas batallas y combates, la mayoría, no tan públicas, masivas, notorias o explosivas como una marcha. Una marcha es sólo un capítulo más, la mayoría de las veces, una efímera muestra de acción. Una marcha nunca concluye nada. Puede reafirmar un proceso mayor, que generalmente, se dirige a través del ‘conducto regular’, al que la burocracia y ethos propio de Chile se han hecho adictos desde sus inicios. 

Foto extraída desde: 
http://www.flickr.com/photos/annais/5479092017/sizes/m/in/photostream/



2 comentarios:

  1. Ver que tus notas de ese dia se transformaron en esto... Esta muy bueno me gusto mucho... de que sirve la marcha? mostrar que los que se encargan de la burocracia tienen apoyo... puede ser xD

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  2. Una marcha, cuando no es ritualista, rompe el status quo, en mi caso... 3a vez que voy a una, lo hice por un compromiso ciudadano por ir más allá de las palabras. Lo que me motivo de esta marcha en particular fue su poco afán partidista a diferencia de muchas otras que me motivan por sus fundamentos pero no por quienes las llevan a cabo, ahora sentí que habíamos varios que no buscabamos la derrota de la derecha, sino algo que va más allá de la misma reconstrucción...

    jaja puedo sonar chanta pero creo que este es el momento, quizás con Piñera en el poder y con Hinzpeter dandoselas de Portales, corroe más la sangre y por eso podemos salir a la calle a buscar lo que queremos y lo que nos pertenece...

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