viernes, 22 de junio de 2012

La Elección de la ideología y la Ideología de las Elecciones

Y esto pasa siempre. Acá en Chile, cada 4 años. Ya sea por gobierno local (municipales este 2012) o por gobierno nacional (parlamentarias y presidenciales en 2013), el ejercicio democrático del voto - que algunos hallan la máxima expresión de participación - da pie para innumerables otros ejercicios, espectáculos, cálculos, reflexiones, apogeos críticos, derroche de intenciones democráticas, promesas - oh si, promesas - y otros varios.

Y aunque a algunos nos moleste, son las elecciones el lado poco amable - por decir lo menos - de la política, esa tan despreciada, y tan mal comprendida por la ignorancia crónica de la humanidad. Por lo mismo, el periodo electoral está quizá a pocos pasos del autoritarismo. Ya diré por qué.

Es en estas épocas donde pierden importancia las ideologías rectoras de las agrupaciones políticas - esas que podríamos llamar partidos, pero que sin duda trascienden determinado colectivo institucional.  En estas épocas es cuando los cálculos, el pragmatismo conservador, y el pisoteo de las utopías se logran ver con tanta claridad, que el asombro es lo menos que se puede sentir - yo a veces siento un poco de asco.

El sincretismo político, expresado en forma de 'pactos electorales', es una práctica muy vieja que permite agrupar sintonías ideológicas de representación. Como herramienta precisamente de representación, es de hecho útil y hasta necesaria, toda vez que determinada ciudadanía (léase sociedad) no tiene clara las posiciones ideológicas de los candidatos - es decir, el desde dónde proponen, o en torno a qué se agrupan -  y cuyos contextos poco participativos, poco democráticos, poco cívicos (como el chileno) promueven la apatía y la aparición de populismos carismáticos 'preocupados por las necesidades reales de la gente'.

Ese último discurso representa una dualidad de un doble filo muy peligroso. Lo más importante es responder cómo. Ahí es donde las ideologías - desconocidas por casi todos - llenan de contenido las propuestas. Y ahí es donde el sincretismo político - los pactos - tienen la prioridad para modificar, ya sea leve o muy gravemente las ideologías de grupos - partidos - que tal vez  puedan ser afines, pero si o si son diferentes.

Ejemplo de esto tengo dos: Por un lado, la doble lista de candidatos a concejales de la Concertación, en especial, la conformada por los partidos 'chicos': PPD, PRSD y el PC, cuyo fin, entre otros, es 'desplazar a la derecha'. Me queda dando vuelta este objetivo. Me considero un férreo opositor a la derecha política, pero generar un pacto político para lograr esto, me parece una muestra de este sincretismo, que también he llamado 'La ideología de las elecciones'. Vemos acá cómo las utopías y las ideologías políticas de estos tres grupos son desplazadas por un objetivo instrumental que no tiene que ver con lograr establecer un programa - una utopía entendida en sentido amplio -  sino con excluir. Y que esto - es decir, excluir - sea una ideología propia de un partido, lo creo sólo del Partido Comunista.

Es este mismo conglomerado el que, justificándose sólo con la burda excusa de la instrumentalidad, el que más ha pisoteado sus orígenes, sus tendencias y su ideología. No dudo del gran aporte que se realiza a nivel de organizaciones de base y de movimientos sociales: pero precisamente este aporte es el más pisoteado cuando en época de elecciones, se alía con la Concertación, un conglomerado que ha mostrado ser muy poco amigo de ellos en los hechos y en el transcurso histórico de la transición. Y lo han mostrado una y otra vez. El último ejemplo fue el apoyo a Frei en las últimas elecciones, 'el mal menor', quien se mostró muy cercano a continuar el modelo que tanto ha defraudado a la población.

El otro ejemplo, lo muestra el PRO. Las excesivas ganas de darse a conocer, de transformarse en una alternativa al duopolio político, ha sido llevado también al contexto de las urnas. Hay toda una apuesta programática, de ideas y propuestas que quieren ser llevadas adelante y que reflejarían una ideología 'progresista' - concepto muy difuso, al cual no me referiré más que con ese concepto: difuso - y que serían las que 'Chile necesita'. Dentro de los discursos, aparece el tema de la renovación, del manoseado cambio, de la ética, de la inclusión, y otros etcéteras. Conceptos peligrosos por su ambigüedad.

Tanto se ha esforzado en incluir, que en época de elecciones engrosó sus filas con los hambrientos candidatos que tal vez nunca hubiesen tenido opción en sus anteriores contextos políticos. Esto puede representar un enriquecimiento, sino fuera porque aún el PRO no posee una línea ideológica más clara, que le de al concepto rector - progresismo - algo más de sustento y consistencia. Hasta ahora, cada uno considera cosas distintas de lo que eso significa - yo también, puesto que me he involucrado en él - y vemos una gran fauna política, y muy sincrética, todos dispuestos a pisotear los ideales que nos llevaron al PRO con el afán de comenzar a aparecer en las estadísticas oficiales. Muy por el contrario a lo que se ha hecho, el PRO ha sacrificado el periodo de construcción y de elección de ideología, y lo ha reemplazado por la pragmática ideología de las elecciones, muy a tono con los 'otros' conglomerados a los cuales mira como acabadas (aunque no sólo por el tema eleccionario, sino por temas también de ideología).

Como bonus track, tenemos a la derecha, la cual tiene dentro de sí un sector que se autodenomina 'una nueva derecha', cercana al centro, al liberalismo e incluso al humanismo. Pero este sector es aún minoritario, dominado aún por los más conservadores. Sin embargo, sorprende que en estas líneas se haya al menos hablado de reforma tributaria, e incluso de reformas políticas. Y así, se habla y se ha hecho como gobierno muchas cosas que traicionan un posible 'ADN' de la derecha. Vemos a Chadwick, Vocero de Gobierno, arrepentido de participar en el gobierno militar. ¿Con qué fin lo dice? ¿Desde cuándo está arrepentido? ¿Por qué lo dice ahora, en época de elección?

Muchas cosas están pasando hoy por hoy en Chile, en su contexto político. El peor enemigo de la ciudadanía, es la gran ambigüedad con que operan las maquinarias institucionales de los partidos políticos, puesto que lograr un cupo en alguna posición de poder, permite abrir la cancha a cualquier método para conseguir el fin. No importa si nos olvidamos de nosotros mismos, de nuestros discursos, de nuestra ideología; cualquier cosa es transable, esa es la máxima de la ideología de las elecciones.

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