sábado, 21 de enero de 2012

Reflexiones antropológicas en torno a la categoría 'identidad'.


¿Qué queremos decir cuando decimos 'identidad'?


Muchas veces, en muchas ocasiones, en distintos contextos, he escuchado esta palabra, la cual nunca es realmente precisada, y puede referir a múltiples ideas, como una especie de personalidad individual, a iconos de representación, procesos de identificación, convergencia histórica temporal-espacial, forma de comportamiento, simbolismo inmaterial, estructura cultural, esencia fundamental, construcción social; y bueno, nadie podría decir que identidad no refiere a todas y a cada una de estas nociones; pero tampoco nadie podría encarar a quien dijera que 'identidad' no tiene nada que ver con lo anterior.

Porque a la hora de intentar definir este 'concepto', esta 'categoría analítica', esta 'realidad', terminamos enredándonos, como buenos científicos sociales al menos, entregando un montón de alusiones a otros procesos, conceptos o contextos.  Es que en verdad, no es fácil. Y aún diría más: es imposible llegar a una definición total en pocas palabras de lo que es identidad, pues esta es siempre relativa, difusa, variable, una respuesta que varía su intensidad de significación dependiendo de quién haga la pregunta, una respuesta que no sólo constituye un discurso, sino una práctica, un hacer, una forma de interactuar. En este sentido, la respuesta se da a cada momento, en cada interacción. Si hay que definirla en una palabra, esa sería respuesta

Pero conformarnos con eso es muy poco. Porque se generan preguntas como: ¿Qué tipo de respuesta se da ante determinadas preguntas (contextos)? ¿Son todas las respuestas similares en estructura? y la muy interesante según yo, ¿Qué elementos se mezclan en el acto de 'responder'?

Tecnicismos…

Es que desde un punto de vista antropológico, podemos identificar muchos factores y ‘mecanismos[1] estructurantes de identidad, que le dotan de ese carácter complejo y difuso. Un ‘espejo’, reflejos fragmentados, compuesto por diversos elementos significativos que particularizan cada identidad. La geografía, el territorio y los alrededores, la interacción, la circulación, etc., son factores que identifican y particularizan las identidades. Por otra parte, los mecanismos que permiten configurar aquellas particularidades o factores son, entre otros, la memoria, la tradición, la oposición, alteridad, pertenencia, negociación simbólica, adscripción, interpretación, discurso y práctica. Estos mecanismos refieren a relaciones de poder – en cuanto a conflictos, tensiones, apropiaciones, ‘control cultural’, etc. – al tiempo que a normas, ‘patterns’[2] y significaciones culturales.

De estos últimos mecanismos, punto a parte merece la 'memoria'. Siguiendo al conocido historiador José Bengoa, la identidad, tanto en el plano social como en el teórico, convoca directamente a la memoria. No sólo hablamos de recuerdos personales, ni a una mera mezcla de ellos con recuerdos colectivos; identidad y memoria apelan a un espacio imaginario y simbólico de encuentro, justamente entre lo individual y lo colectivo, entre lo público y lo privado. Es “una suerte de gozne o bisagra en el que la persona se ve al mismo tiempo a sí misma y a su grupo, y es por ello que la distinción entre identidad individual… e identidad colectiva… tiende a disolverse… la respuesta es siempre una combinación de memorias [y de alteridades y de sentidos de pertenencia] individuales, grupales y colectivos...” (Bengoa 2006: 89).

Pero pese a que la memoria es un fenómeno que contiene una dimensión mental, los recuerdos se arraigan en determinados factores socioculturales que van configurando las identidades. Destacamos ahora uno de ellos, el territorio, el escenario en donde las interacciones, relaciones de poder, de alteridad, de identificación y representación tienen lugar, permitiendo la significación cultural del espacio en donde la vida social tiene lugar. 

Pero además de estos factores mecanismos estructurantes de identidades locales, cuyos efectos los constatamos a nivel micro social - o también, empírico - existen otros fenómenos que también contribuyen a configurar las identidades a un nivel macro social. Estos se pueden identificar analíticamente, precisando los siguientes: a) la Cultura, como fenómeno social, simbólico e histórico, construido a partir de elementos ‘objetivos y subjetivos’ b) la conformación de los Estados nacionales, como fenómeno político e ideológico y, c) la Globalización, como fenómeno económico, político, sociocultural y comunicacional.

En fin…

Cabe destacar una vez más, que hable del tipo de identidad de la que hablamos los tipos raros de las ciencias sociales. Por tanto, una definición más o menos académica sería decir que identidad es una especie de marco de interacción y clasificación abierto, configurado en primera instancia por el ambiente sociocultural del grupo social en el que se nace – familia, barrio, ciudad, nación – y en donde se dan los primeros procesos – mecanismos – de configuración (identificación, alteridad, adscripción). Este es susceptible a cambios, radicales en algunos casos, dada la apertura y circulación – es decir, la globalización – que afecta de diversas maneras aquel marco, a través de los mismos mecanismos que la configuran. Pero no sólo es afectada por ellos: la interacción, la interpelación, la memoria colectiva, la forma de experimentar el espacio, el tiempo y el territorio, y la apropiación simbólica e imaginaria de estos, etc., van transformando a cada momento las identidades individuales y también de las colectividades, o comunidades, unidas estas por diversos factores. 

Pero, una definición más comprensible y acotada sería esta: identidad es una expresión cultural ante la obvia interacción entre grupos humanos.


[1] Los llamamos mecanismos por no encontrar un concepto más adecuado. Lo que no queremos decir, es que los procesos de construcción de identidad sean mecánicos, en un sentido estructurado o evolucionista, ni menos que la identidad sea una ‘cosa’ fácilmente descriptible, puesto que estos procesos, al ser ‘negociados’, se constituyen dependiendo de cada grupo social, de sus estructuras sociales y de sus contextos históricos. No todo lo que aquí mencionamos como mecanismos, se lleva a cabo, sino sólo aquellos que sean pertinentes a la situación. La descripción será siempre una cuestión empírica. Misma situación ocurre cuando decimos ‘estructurante del fenómeno’: tal estructuración sería más bien una especie de configuración, delimitación o fronterización de la respuesta.
[2] ‘Patterns’: suele traducirse este concepto introducido en la antropología por la corriente cultura y personalidad, como ‘patrones’, esto es, en un sentido psico-cultural y normativo en la conducta humana. Escogimos colocarlo en su original inglés, porque creemos que así puesto significa mucho más su contenido original.

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