domingo, 2 de enero de 2011

Etnografía del año nuevo

Advertencia: la Etnografía del año nuevo presentada refiere al contexto chileno y promedio: claramente falta un análisis más histórico y comparativo, así como entrevistas y mucha más observación. Lo que a continuación se describe se basa en la experiencia previa, en la observación -  obviamente participante - de contextos locales y personales.

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    El año nuevo comienza mucho antes del 31 de diciembre. Primero comienza como expectativa, como la ilusión de término, renovación e iniciación en los ámbitos personales y colectivos del ciclo llamado año. Esta ilusión se acrecienta al llegar la fiesta de navidad, cuando queda sólo una semana para uno de los acontecimientos – con sus ritos y fiestas – principales de la sociedad occidental y de la sociedad global en general.

Mientras se aproxima la fecha, se acrecientan los preparativos a todo nivel: individual, familiar, colectivo y nacional.  Así, las peticiones de vacaciones, los últimos exámenes escolares, la compra de pasajes ya para volver a casa, ya para pasar las fiestas con familiares o simplemente en otro sitio (rompiendo o continuando la ‘tradición’, en cada caso, distinto); la compra de los materiales para la cena final, el aseo del espacio donde la comida ritual se llevará a cabo; los anuncios de mega-eventos y mega fiestas con sus gastos asociados; el gasto en los fuegos artificiales; en la adquisición de espacios para lograr ver de mejor forma el espectáculo prometido, etc., son algunos de esos preparativos. Por supuesto que en conjunto con ello están las sensaciones fisiológicas, psicológicas y sociológicas asociadas: preocupaciones, nerviosismo, estrés, emoción, alegría, irritabilidad, aburrimiento, decepción, satisfacción, etc., en conjunto con otras situaciones como gastos imprevistos, planificaciones que se caen, una que otra muerte o nacimiento; en fin, un montón de etcéteras que dependen a su vez de estratos socioeconómicos, situaciones familiares, espacios locales, ciudades, regiones, particularidades culturales asociadas a estos espacios; en fin, más etc.



La comida.
 
El día 30, durante el último tercio del día, comienzan los preparativos para la cena, que involucra el sazonar un pavo con especias varias para luego asarlo, al día siguiente. Esto, si es que es el pavo el elemento central de la cena y si es que el asado de él involucra un sitio diferente al de la casa o espacio donde se celebrará la cena. Todo esto es relativo con respecto a la planificación familiar o personal. Otros, sólo hacen un asado como se le conoce comúnmente, con carbón y parrilla o disco. Es más rápido (y hasta más delicioso, para mi paladar al menos).

Por otra parte, está la preparación de la comida que acompaña, que generalmente es fría (papas mayo o el arroz primavera; también puede haber en el plato papas duquesas, fritas o rellenas), pero que de todas maneras, es ‘especial’. A esto se le suman las ensaladas y los postres, y por supuesto, las bebidas y el alcohol. Todo este contexto, se puede enmarcar en la idea de abundancia, cuya máxima podría ser ‘mejor es que sobre, a que falte’.

Es que el año nuevo y su comida, constituye un ‘rito de excepción’, como le escuché alguna vez a un profesor. No es lo mismo el resto del año, porque ¿Cuántos almuerzos implican tanta abundancia? ¿Cuántas familias chilenas ‘cenan’? ¿Cuál de todas esas cenas requieren de una preparación y contexto especial (buena pinta en la mesa, alcohol desde antes hasta más allá del final)? La cena de año nuevo es una comida especial, no hay ningún descubrimiento en torno a ello. Como tampoco, hay descubrimiento alguno al hacer notar que la cena se celebra durante el año viejo, constituyéndose en una especie de símbolo y de deseo de lo que se quiere para el siempre utópico año nuevo: abundancia. También puede significar satisfacción, aunque es menos probable.

Las prácticas.

Es usual ver como los noticiarios pierden tiempo mostrando notas con respecto a los ritos de ‘buena suerte’ para el año que se avecina: comer lentejas, ponerse ropa interior amarilla, pasear con una maleta, etc., legitimando a la televisión – y al noticiario en especial – como un medio de propagación y de mantención de ciertas costumbres que pueden perderse en el tiempo. También está el brindar con champaña y el apreciar los fuegos artificiales (ver entrada anterior, más abajo): nunca quedan claros los por qué de cada uno de estos ritos, así como del simbolismo del abrazo, quedándonos sólo la especulación. 



El abrazo de año nuevo es bastante particular y fuente de preguntas del tipo por y para qué. Puede ser sólo una muestra de fraternidad, y es posible que pueda ser sólo eso, más allá de que representa un esquema cultural complejo en sí mismo. Un abrazo puede significar unidad, perdón, cariño, respeto, amistad, etc. Dentro del esquema cultural que nos representa el año nuevo, el abrazo puede significar olvido: tanto de antiguas rencillas entre conocidos, así como de nuestra conciencia del otro, en tanto que nos perdemos a nosotros mismos creyendo que lo único que podemos hacer por él, es desearle un buen año, olvidando la humanidad de la solidaridad y de los lazos de comunidad. Pero al mismo tiempo, también puede significar recuerdo, en tanto que nos tomamos la molestia por unos segundos de abrazar al ‘otro’, recordando que, más allá de las diferencias, de las distancias, de lo impersonal que se ha vuelto nuestra sociedad y nuestras relaciones, aún somos capaces de mantener contacto mutuo entre nosotros.

Lo más probable, es que el abrazo represente esta dualidad: olvido/recuerdo es una forma de relacionarse y de iniciar un año nuevo cargado más de emociones que de proyectos concretos.

Y, el after-hour...

¿Qué viene después de una extensa jornada, que para muchos, comienza el día 30? Tras las celebraciones, las visitas a los vecinos y los abrazos; tras la fiesta, el baile y la bebida; tras las pocas horas de sueño y la resaca, viene una mañana tranquila, si se duerme hasta tarde, o ajetreada, si hay planes. Antiguamente, en los cerros de Talcahuano existía la tradición de ir en masa a las playas de la ladera occidental y nor-occidental de la península de Tumbes. Todavía hay algo de eso, pero debido a problemas específicos y generales, ya no se practica como antes. Esto sucede por estos lares; en el otro lado del mundo, lo dudo debido al invierno.

Para muchos, es sólo un pequeño descanso, el trabajo y el estudio sigue casi a continuación.

En resumen, el rito de término, renovación e iniciación del año nuevo, ya pasó. Comienza otro año, cargado de emociones más que de proyectos, mediado por el imaginario de la abundancia y por la representación de la dualidad olvido/recuerdo del abrazo.  

2012, te esperamos.







1 comentario:

  1. Me encanto la reflexión del abrazo, yo pienso que su significado que trasciende culturas y sociedades, como las emociones que si bien son construidas y creadas podemos verlas casi escritas en los genes, ya que se manifiestan de forma natural en los primeros años de vida sin saber su nominación ni propósito, el abrazo una manifestación de nuestra humanidad =)

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