martes, 7 de abril de 2009

A ESPALDAS

Nuevamente abro este espacio para hacer una crítica profunda. Esta vez a nuestro sistema de gobierno y a la democracia y al sistema político en general. Quiero basarme en tres hechos que han sucedido el último tiempo en nuestro país; hechos lamentables desde el punto de vista democrático, legislativo y político. El primero sucedió a fines de marzo, con la aprobación de la Ley General de Educación, LGE. Como muchos saben, esta ley se creó y se aprobó a espaldas de las organizaciones que se articulan en torno a la educación, a saber, el colegio de profesores y las organizaciones estudiantiles. En ningún momento se tomaron en cuenta las propuestas ni ideas de estos organismos. El consejo Asesor presidencial, conformado en una ínfima minoría por estudiantes y profesores, solo fue una excusa, o más bien, una lamentable trampa que hizo frenar el famoso movimiento 'pingüino' del 2006. Finalmente, se logró un 'acuerdo histórico' entre las principales fuerzas políticas, alianza y concertación, con manos unidas y levantadas. Aquí tampoco se ve alguna participación de las organizaciones ya mencionadas. De hecho, el trámite del proyecto de ley fue bastante engorroso, con muchas indicaciones que por un momento hicieron tambalearlo, pero al final, después de hechos de represión de las cúpulas de los partidos de la concertación hacia los parlamentarios 'díscolos' (que incluyó la salida del senador Navarro de la comisión de educación por uno más 'manejable' que fue el sr. Núñez), no respetando la diversidad de opinión que los militantes de ciertos partidos pueden tener, ni el espacio para la libertad individual. Al final, el proyecto choca con su último obstáculo: la posibilidad de que un profesional no docente pueda impartir clases en su especialidad durante la enseñanza obligatoria, básica y media. Una vez que se zanja tal problema, aprobándose tal artículo, se aprueba la famosa ley, también a espaldas de los profesores, aumentando la deuda histórica con ellos, no solo en un tema económico, sino también profesional.

Otro tema legislativo y político es el proyecto de ley de reforma constitucional en el cual se reconoce la existencia de los pueblos originarios en la Constitución y no ya sólo en la ley indígena. Este acuerdo es al parecer a todas luces positivo para terminar de una vez por todas con la discriminación y con los años de abuso y robo de tierras, con la negación sistemática y progresiva de los derechos de los pueblos indígenas. Lamentablemente, este proyecto también ha sido hecho a espaldas de esos pueblos que pretende reconocer. En ninguna parte se consignan las demandas históricas del pueblo mapuche, por ejemplo, ni se reconoce la capacidad de autonomía que ellos como entidad colectiva diferenciada poseen acerca de sus propios intereses y temáticas. El día siete de abril de 2009 el proyecto fue votado para su aprobación, sin el consentimiento de los pueblos originarios y sus organizaciones representativas. Al contrario, cuenta con el absoluto rechazo de ellos.

Hasta aquí, he criticado la actitud y el espíritu en que se hacen estas leyes. No es el propósito de esta entrada criticar los pro y los contra de las leyes, no porque quiera ser neutral, sino porque quiero destacar el hecho de la construcción de la política y legislación nacional, la que se hace a espaldas de los ciudadanos y la población chilena en general.

Ahora quiero hacer referencia al suceso más inmediato y mediático de la política en relación con el tema. Este suceso es el símbolo y reflejo claro de la actitud oscura en que se desenvuelve la política y que provoca además el rechazo de un gran sector de la población hacia ella y hacia nuestros políticos. El suceso es conocido por todos: se trata del impasse entre el senador Escalona y, en general, el partido Radical. Se trata de aquella 'crítica política' hecha por la espalda del senador y ex pre candidato J. A. Gómez. Aquella crítica que causó tanto revuelo, por el elevado tono 'popular' (en palabras de Escalona) en que se profirió. Creo que todos estamos de acuerdo en que una crítica política no es nada malo, pero sin duda que las palabras 'populares' que usó Escalona quedan con mayor facilidad en la retina de la gente que una crítica política. Además, la polémica surge porque Gómez reconoce una fricción de palabras ofensivas, es decir, garabatos, dentro de la crítica. Escalona dice que no. ¿A quién debemos creerle? ¿A Escalona, que siempre anda con palabras ofensivas en su boca? ¿o a Gómez, quien a todas luces, se distingue como un caballero? Personalmente, le creo a este último. Pero más allá de que sea o no una crítica política, lo que molesta es que haya sido a espaldas. Uno por que no era el momento y dos, porque toda crítica se hace de frente, como personas humanas 'civilizadas', sociales y culturales que somos. La actitud de Escalona demuestra una vez más el estado de enfermedad generalizada en que está la política en general y la Concertación en especial. Es este el tipo de gente que nos representa, lamentablemente. La pregunta que queda por hacer es si es que hay gente mejor. Creo que si. Pero es nuestro deber levantar gente compromentida, honesta y respetuosa con la diferencia sobre todo, pero no por eso desapasionada con lo que cree. Gente que deje de hacer cosas por la espalda. Lo que hizo Escalona es uno de los puntos más visibles y ojalá el último que haga la concertación mientras está en el poder.

Señoras y Señores: dejemos también de hacer cosas por la espalda y comencemos a enfrentar lo que nos disgusta, a ser francos y honestos, pero de manera humana y no a oscuras.

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