martes, 12 de mayo de 2009

Principios de la vida social: EL ARQUETIPO DE TESPIS

Hace un tiempo atrás, mirándome al espejo, moví la cabeza en sentido horizontal y me dije: 'eres igual de hipócrita que los demás'!!!

Siempre he criticado esa cualidad individual que a ciertas personas los hace ver como verdaderos caraduras. En más o menos grado, he odiado por mucho tiempo esa fea característica, esa inconcecuencia entre el decir, sentir, pensar y hacer. Critiqué a mis padres cada vez que, estando en malos momentos familiares, recibiamos con sonrisas, como una familia perfecta, a las visitas. Realmente me molestaba ese aire de mentir y figurar delante de <otros>. Y a muchas personas, políticos, periodistas, etcétera; alegaba con la televisión por los seres oscuros e hipócritas que me mostraba, personas que no hacían lo que decían o pensaban. Ese deseo de figurar, de ocultarnos bajo máscaras que impidan mostrarnos como realmente somos.

Cuando me di cuenta de que la mayoría de las veces yo también he sido - y soy aún - hipócrita, entré en crisis existencial y me puse a reflexionar en esta especie de valor social. Social, pues, involucra a otros siempre. No podemos escapar: la hipocresía es parte de las relaciones sociales y una característica muy humana por lo demás. Desde el principio, desde que Adán muy hipócritamente le dijo a Dios: 'la mujer que me diste me hizo comer del fruto del árbol', evitando así su responsabilidad individual, ocultando sus propias falencias, procurando quedar bien parado delante del Creador, etc.: desde ese entonces, la hipocresía nos acompaña en nuestras relaciones, en nuestras sociedades, culturas y en el seno de nuestra individualidad, muy pocas veces evitándola con nosotros mismos.

Entonces me puse a pensar y encontré que si es que este valor es, necesariamente, histórico y esencial en las relaciones sociales, no es intrínsecamente malo o perverso. En realidad, es todo lo contrario - en dósis pequeñas y sanas y no patólogicas ni enfermizas -; la hipocresía ha permitido la construcción de sociedades, de alianzas y obviamente culturas. Este valor social, amalgamado con otros tipos de valores humanos de muy diversos tipos, permite el consenso entre los seres humanos, comportamiento esencial para la construcción de lo ya mencionado (sociedades, etc.). El estar de acuerdo, en efecto, el llegar a consenso, no se podría alcanzar sino fuera porque nos importa llegar a él, teniendo claro que debemos renunciar al orgullo de nuestra razón y a los intereses egoístas individuales, entre otras cosas. Fue gracias a la hipocresía que nació el Estado, que surgieron las monarquías y las dinastías, que nos dejamos dominar por ciertos dilemas, discursos y personas, a pesar de lo que sentimos o pensamos individualmente acerca de todo eso. Sin hipocresía, la historia humana hubiese sido más violenta de lo que hasta ahora ha sido, más sangrienta y menos poblada - en un supuesto bastante radical -.

Ya he dicho que la hipocresía, a nivel social, no trabaja sola. Pero no será en este lugar que escribiré acerca de otros valores que hacen funcionar la sociedad. Ahora quiero referirme al título escogido para este comentario. lo de 'principios de la vida social' está claro. Pero al decir 'EL ARQUETIPO DE TESPIS' estoy refiriendome a un simbolismo concreto. Un arquetipo es un símbolo que refiere ciertos comportamientos, usos, costumbres, etc. (a grandes rasgos, para más información, lean a Carl Gustav Jung). Tespis fue un actor y poeta griego que usó según la historia, por primera vez la máscara como elemento dramático en las tragedias (teatros griegos). Entonces, lo uso como símbolo para describir este elemento que justamente nos permite desenvolvernos como actores en el teatro social. La hipocresía se entiende mejor como las máscaras y caretas que usamos frente a los demás para encubrir nuestros defectos, la depresión, las crisis, los problemas, la pobreza, la riqueza, en fín, un sinnumero de dramas, problemas, beneficios, etc., que a nuestros ojos no corresponde que los demás se enteren, ya sea por tabúes sociales, discrepancias morales o simple desconfianza.

La importancia de tener en cuenta esta noción de hipocresía es transformar el discurso para considerarla como un valor que permite relaciones sociales sanas. Por supuesto, que en dósis bajas: la adicción a la hipocresía es una patología que es muy difícil de curar. Otra cosa importante, es intentar dejar la hipocresía cuando nos enfrentamos a nosotros mismos. Porque no es necesaria, y porque si la usamos como escudo de nosotros mismos, la consecuencia más segura es convertirnos en caras duras, corruptos y en seres vacíos y llenos de vanidad, lo que obviamente no es sano.

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