Aún en mis sueños. Si. Aún eres un fantasma, una ilusión que espero.
Te quiero describir, como eres cuando te veo. O más bien, cuando te sueño. O mejor aún, cuando te espero.
Hay mucho que decir, comenzando con tus ojos, profundos. Te los he visto de varios colores, en todos, es tu profundidad la que me convence. He visto tu cabello, ondulado y negro; a veces lo llevas liso, y a veces rubio o castaño. Pero no es tintura, no. Es tu versatilidad. Es tu honestidad y tu atrevimiento: te atreves a ser hermosa y a caminar por mi lado. Es cierto, es posible que te haya inventado. De hecho es así. No conozco otra forma de conocerte. Aún así, se que estás ahí, en el 'mundo real'. Blanca, morena; latina, europea; quizá asiática o africana. No importa. No importa si eres rubia o trigueña. O si tienes el cabello ondulado o liso. Es tu capacidad, por supuesto, de 'ser'. Es tu capacidad de mirar, más allá, de usar tu inteligencia y aún incluso tus defectos para transformar en luz tu alrededor. Es tu forma de sacarme de la oscuridad. Es tu forma de amarme.
Sé que no existe la mujer perfecta, ni la mujer ideal. Sé que tal vez no existas tal como te sueño. Sé que ningún diamante nace bello. Sé que las mariposas son antes, orugas. Y que tú, mujer, puedes ser. Mucho más. Mucho más que sólo una compañera. Más que 'aquella gran mujer detrás de un gran hombre' o 'al lado'. Puedes ser grande por ti misma. Ah, claro que sí. Y quiero conocer esa grandeza.

La perfección existe sólo porque existes tú. Y está en ti.

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