Por mucho tiempo he creído - y aún lo creo - que eres Amor, un padre comprensivo. Y es por eso que me atrevo a hacer pública todas mis dudas, mis quejas... toda mi frustración de ti.
Créeme: me fascina la idea de una fuente infinita de amor, eterna e inmutable. Estoy muy agradecido de toda tu misericordia, tu gracia. Así como lo dice una canción: ♫ "la luz de un nuevo amanecer, es el reflejo de una inmerecida compasión" ♪... Si. Grafica toda mi fe - la que me queda - en ti. La fe en la idea de tu amor. Porque en realidad, si yo fuera tú, hace rato que habría destruido a toda la humanidad por perversa, chanta, falsa, discriminatoria y fascista. En general.
Pero no lo has hecho. Y eso me da pie para mi primera duda. ¿Qué es esta 'guerra santa' en la que has metido a esta humanidad? Una lucha eterna entre el bien y el mal, en la que en medio está esta raza sin saber qué hacer, a merced completa de la influencia, bien tuya, bien del diablo. ¿Qué pretendes demostrar? Si en realidad podrías haber acabado con la maldad - la que supuestamente tú no creaste - de un golpe. ¿Qué clase de ego te domina, que has permitido más de tres mil años de idolatrías, asesinatos, guerras, destrucción, capitalismos y dominación? Creo que tienes un grave problema de ego, de demostrar que pese a que la humanidad escoge con demasiada frecuencia los brazos del diablo, sigues siendo 'el más': poderoso, justo, amoroso, etc.
Aún incluso el mayor de tus sacrificios, la muerte de tu hijo, me parece parte de esta 'demostración' de ego. Efesios 1.5-6 dice: "hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia...". Aún en el antiguo testamento hallo ecos de este ego: "me guiará por sendas de justicia, por amor de su nombre" (salmos 23.3).
Y todo se trata de ti. Esto lo aprendí del libro 'Una vida con propósito', que por tanto tiempo significó para mí una fuente de riqueza extraordinaria, pero que ahora sólo representa un viejo sueño, perdido entre los escombros de una otrora 'vida plena'. No sé realmente si el adjetivo 'egoísta' pueda aplicarse a ti con tintes negativos, como sí lo hacemos entre nosotros, los humanos. Porque finalmente, si yo fuera Tú, haría exactamente lo mismo. Pero no puedo evitar pensar que este egoísmo nos metió en una guerra que nos sobrepasa, en una batalla espiritual de la cual muchos no tenemos mayor claridad, y de la cual muchos ya no queremos participar ni por uno ni por otro bando.
Y es que esta dualidad de fuerzas deja ninguna opción para ser realmente libres. Dices tú que nos quieres librar de la esclavitud de la muerte y el pecado, y para esto enviaste a Cristo. Se te agradece. Pero ¿qué exactamente significa eso? La muerte es un sistema de control. La eternidad, al menos para mí, representa sólo la contra parte, el otro sistema de control. Pasamos de uno a otro, sin tener la verdadera libertad para poder escoger alguno. O ninguno. Porque como dice la Biblia, todos ya hemos sido 'predestinados' (Efesios 1.5; Romanos 8.29), tanto para bien o para mal a un lado de esta dualidad. ¿HAY O NO VERDADERA LIBERTAD, QUERIDO PADRE? ¿Porque no podemos ser conscientes de la realidad de nuestra supuesta elección? Nadie, realmente nadie escoge nada. Todo está ya dispuesto por ti.
La fe entonces, ¿qué es? ¿Es realmente el fruto de una relación? ¿O solo una lógica más, la que logra persuadirnos que la 'Salvación' corresponde a una 'elección'? Si todo está predestinado ya, pienso que la fe deja de ser la expresión de una relación contigo, y pasa a ser sólo un instrumento utilitario con el cual logramos ser persuadidos de que la elección fue consciente, voluntaria, real y presente.
Una fe que logra convencernos que somos hijos tuyos. Romanos 8.16 dice que el Espíritu da testimonio a nuestro espíritu de que lo somos. Y pienso en la gente de Mateo 7.21-23, diciendo '¿acaso no hicimos milagros en tu Nombre'? o diciendo '¿Acaso la convicción de nuestra salvación no era real? ¿Acaso no creíamos fervientemente que éramos tus hijos? Y a ti diciéndoles: 'Apartaos de mí, hacedores de maldad'. Versículo suficiente para mi, con el cual afirmar que en realidad, no hay elección. Sólo hay un destino ineludible.
¿Y qué, si así fuera? me pregunto. ¿Acaso no sería maravilloso que te toque en suerte ser eterno junto a ti? Si, lo es. Es maravilloso pensar que así funciona tu plan. Pero al mismo tiempo, me trauma, y me asusta. Porque ya nada entonces valdría la pena. Vivir no significaría nada, puesto que como dicen algunos de nuestros predicadores, la vida no es sino una fracción de nuestra eternidad. Así, podría meterme una bala en la cabeza inmediatamente después de publicar esta carta, y no significaría nada, puesto que mi destino, mi eternidad junto a ti o junto al diablo ya está decidida.

Y los propósitos. Los maravillosos y malditos propósitos. "Sabemos que a los que aman a Dios todas las cosas le ayudan a bien, a los que conforme a TU propósito son llamados" (Romanos 8.28). Por mucho tiempo alucinaba con tus propósitos. Aluciné con todo lo que tenías preparado 'de antemano' para mí: el trabajo, el futuro, la esposa, los hijos, el ministerio y tanta otra estupidez que mi imaginación me hacía anhelar. Y pensaba todos los días cuáles eran tus propósitos, y cuál era el de cada situación que vivía, por cotidiana o mundana que fuera. Propósitos que se volvieron complicados de entender; propósitos que transformaron en un monstruo siniestro, con caras amables y satánicas, al mismo tiempo. ¿Dónde está entonces la libertad? ¿Dónde el poder que le diste al humano para construir su mundo? ¿que acaso se quedó ese poder en el Edén, en una gran soledad? Con todo mi respeto, mi amor y mi fe, pero con toda sinceridad, aborrezco la doctrina del propósito y de la predestinación. Las odio, porque me muestran una vida vacía, a las órdenes de un destino ya construido: un túnel profundo con una única salida, al cual no puedo modificar, al cual no puedo destruir para volver a construirlo. Las detesto porque me dejas cautivo, sin capacidad de elegir lo que quiero. Y aún si quisiera estar contigo, no puedo escogerlo: ya está hecho.
Si, tal vez se trate de un problema de ego. De querer con mi esfuerzo construir algo, un destino quizá, y de hacerme de un propósito por mí mismo. Tal vez sólo sea en el fondo soberbia acumulada, una influencia del diablo, el otro player en este gran juego universal. Pero no se trata de excluirte de esos planes. No lo quisiera así. Pero he perdido las ganas de vivir y de amar gracias a estas malditas doctrinas. He perdido las ganas de buscarte, porque ya nada importa. Si me 'salvo' o me 'pierdo', ya está todo predestinado, todo preparado... no quiero descubrir nada. Preferiría construir. Mil veces, aunque a la primera brisa todo se desarme.
Hay tantas cosas más que quiero escribirte. Por ahora, lo dejo hasta aquí. No sé si decir 'te amo', pero si te diré 'Gracias', pese a que muero de soledad, de confusión y de desánimo. Publicaré esta carta con la estúpida esperanza que alguien me diga 'estás equivocado'. Claro, tiene que justificar su afirmación...
Nos vemos, como siempre, todos los días...
ricardo.